EDUARDO SANTANDER RAM�REZ (autor principal)
Investigador
independiente del Centro de Estudios de Investigaci�n y Familia, Universidad Finis Terrae
LLARELA BERR�OS
Investigadora
asociada de la Escuela de Educaci�n Parvularia,
Universidad Finis Terrae
PATRICIA SOTO DE LA CRUZ
Directora de la Escuela de Educaci�n Parvularia,
Universidad Finis Terrae
MARIELA AVENDA�O CASSASA
Acad�mica de la Escuela de Educaci�n Parvularia,
Universidad Finis Terrae
Resumen. El siguiente estudio tiene por objetivo evaluar la
relaci�n entre las variables de clase social y religi�n sobre las preferencias
parentales de socializaci�n val�rica en el Chile contempor�neo. A partir
de datos aportados por la V Encuesta Metropolitana de Familia y Educaci�n, se
estimaron modelos log�sticos que muestran que las familias de clase alta
tienden a privilegiar valores m�s simb�lico-relacionales como los buenos
modales y el respeto por los dem�s, mientras que las clases bajas privilegiar�an
transmitir valores de ascensi�n social, como el trabajo duro y el ahorro. Los
padres que se identifican con la religi�n evang�lica, por otro lado,
movilizar�an fuertemente valores como la creencia en la fe religiosa.
Palabras clave: familia; valores; socializaci�n; Chile.
Parents� socialization values in contemporary
Chile: How do social class and religion of parents shape the way they want to
raise their children?
Abstract. The following study aims to assess the
relationship between social class and religion variables on parental
preferences of value socialization in contemporary Chile. Based on data
provided by the V Metropolitan Survey of Family and Education, logistic models
were estimated that show that upper-class families tend to favor more symbolic-relational
values such as good manners and respect for others, while lower classes would
privilege transmitting social promotion values, such as hard work and saving
capacity. Parents who identify with the evangelical religion, on the other
hand, would strongly mobilize values such as belief in religious faith.
Keywords: family; values; socialization; Chile.
Introducci�n
La transmisi�n intergeneracional de los valores en el proceso de socializaci�n familiar ha ocupado un rol central en los estudios de psicolog�a y sociolog�a de la familia, ya que permitir�an ampliar el campo de investigaci�n sobre los procesos de reproducci�n del estatus y movilidad social en el interior de la familia (Kohn, Slomcynski, & Schoenbach, 1985; Yi, Chang, & Chang, 2004). Estos valores han sido definidos como los objetivos y las aspiraciones que padres y madres tienen respecto a su descendencia, tanto en el corto como en el largo plazo (Lasker & Lasker, 1991). Estos objetivos se traducen en pr�cticas sistem�ticas de crianza o estrategias de socializaci�n concretas que pretenden modular las conductas de los hijos e hijas en la direcci�n que ellos valoran de acuerdo con su personalidad y que estiman como positivas para la integraci�n y el desenvolvimiento social de sus hijos e hijas (Ram�rez, 2005, p. 167).
Existe considerable evidencia emp�rica que constata que variables de estratificaci�n social tienen un efecto en las preferencias parentales de socializaci�n de valores en sus hijos e hijas (Hadjar, Baier & Boehnke, 2008; Kohn, 1969; Kohn et al., 1985; Kohn & Schooler, 1983; Xiao, 1999). Desde la tradici�n sociol�gica cl�sica se ha dicho que la familia opera como una agencia de reproducci�n cultural, en la que los valores se adquieren t�citamente en un proceso de transmisi�n que permite asegurar la perpetuaci�n del grupo social y la conservaci�n del estatus y el privilegio (Bernstein, 1973; Bourdieu, 1998). Es decir, los valores que los padres prefieren transmitir a sus hijos no son aleatorios ni racionalizados, sino socialmente construidos, como funci�n de la internalizaci�n de la estructura social y la divisi�n social del trabajo en la experiencia de socializaci�n del individuo.
Por otro lado, los estudios tambi�n se�alan que los valores en que los padres quieren que sus hijos se eduquen y formen tienen un efecto en el desarrollo posterior de los ni�os y en el �xito de los caminos que estos persigan en su vida (Hitlin, 2006). La Encuesta Mundial de Valores (EMV) ha sido pionera en incluir, desde 1991, una pregunta sobre cu�les son los valores que les gustar�a que sus hijos aprendieran. Los estudios muestran que los valores preferidos son los de buenos modales, trabajo duro, independencia, responsabilidad y tolerancia (Rabusicova & Rabusic, 2001, p. 127).
En este marco, se ha encontrado que los valores que los padres prefieren transmitir a sus hijos modelan disposiciones diferenciales a la cultura, el mundo del trabajo o la interacci�n con los pares (Xiao, 1999). Algunos estudios han encontrado que mientras las familias de clase media ponen mayor �nfasis en valores como la independencia y la autonom�a, los padres de clase trabajadora privilegian socializar a sus hijos en la obediencia o el trabajo duro (Spade, 1991; Tudge et al., 2000), y los padres cat�licos optan por matrices de socializaci�n basadas en la conformidad y los buenos modales (Lanski, 1961).
Chile, por otro lado, ha sido caracterizado como un pa�s altamente segregado, con fuerte reproducci�n end�gena de la clase y el privilegio social (Larra�aga & Rodr�guez, 2015; Repetto, 2016), lo que har�a hipotetizar que las familias activar�an pautas de socializaci�n en aquellos valores que ser�an funcionales a la conservaci�n del estatus, en el caso de familias de clase alta, o a la ascensi�n social, en el caso de familias de clase baja. La investigaci�n emp�rica para esta hip�tesis es escasa en Chile. Ortega, Vidal y Zapata (2009), en un estudio cualitativo en comunas de extrema pobreza, encuentran que las familias privilegian fuertemente los valores asociados al trabajo, la responsabilidad y la preocupaci�n econ�mica, que se han visto reforzados con la fuerte penetraci�n del pentecostalismo en las clases populares urbanas (Valenzuela, Bargsted, & Somma, 2013).
Las familias de clase alta chilenas, por otro lado, se inclinar�an por transmitir valores asociados al �xito econ�mico y la ostentaci�n del prestigio social, aunque tambi�n las relacionadas con la moral cat�lica, la austeridad y la responsabilidad social y familiar. Estas estrategias de socializaci�n permitir�an movilizar din�micas de distinci�n y clausura de la clase social alta chilena sustentadas en la socializaci�n en un �c�digo virtuoso� que configurar�a una cierta identidad val�rica de la �lite chilena (Giesen, 2010; Thumala, 2007). No obstante, existe poca evidencia emp�rica que vincule c�mo la estratificaci�n social de las familias modula las preferencias de socializaci�n val�rica en particular, m�s all� de las preferencias de escolarizaci�n o las estrategias educativas (Gubbins, 2014).
De este modo, esta investigaci�n busca evaluar el efecto de un conjunto de variables sociales sobre las preferencias de socializaci�n val�rica de los padres hacia sus hijos, en una muestra de 1.005 padres y apoderados de la Regi�n Metropolitana que tienen hijos en la ense�anza escolar, b�sica o media. Se estimar�n 12 modelos de regresi�n log�stica para evaluar el efecto de las variables de grupo socioecon�mico y filiaci�n religiosa en el tipo de valores que estos padres y apoderados buscan transmitir a su descendencia.
1.�������� Marco referencial
La socializaci�n, entendida como el proceso de inducci�n en que los ni�os y ni�as son formados en el amplio repertorio de normas, valores y comportamientos caracter�sticos de la cultura de una sociedad (Servat, 2008), y que caracterizar�n su estilo de adaptaci�n al ambiente, ha sido un t�pico de larga discusi�n te�rica en sociolog�a y psicolog�a del desarrollo. Este proceso de transmisi�n de los contenidos culturales en la familia ha demostrado tener una fuerte asociaci�n con el desarrollo psicol�gico individual, la resiliencia, las posibilidades de �xito profesional y el funcionamiento de la sociedad (Danioni, Rosnati & Varni, 2017; Sch�npflug, 2009). En efecto, en la llamada �socializaci�n primaria� las descendencias internalizan y codifican los sistemas simb�licos de su mundo objetivo a partir de las interacciones en las que ingresan con �otros significativos� (Berger & Luckmann, 1968). Al no poder elegir a sus �otros significativos� (particularmente a sus padres y madres), los lleva a una identificaci�n casi autom�tica, con fuerte carga emocional, en la que el mundo que les presentan no es uno entre varios sino �el mundo� (el �nico que existe y se puede concebir) (Simkin & Becerra, 2013, p. 127).
Los procesos de transmisi�n de valores en la familia han sido discutidos y problematizados desde dos perspectivas. La primera es la que sostiene que existir�a un continuo entre los valores de los padres y madres, y los que estos buscar�an entregar a su descendencia (Trommsdorff, 2009), lo que se llamado el �modelo fax� (Strauss, 1992). En este, existir�a una fuerte correlaci�n positiva entre la estructura de valores de las familias y la que buscan que sus hijos e hijas aprendan (Whitbeck & Gecas, 1988; Trommsdorff, 2009; Knafo & Schwartz, 2001). Por otro lado, una segunda perspectiva sostiene que los padres y madres filtran los valores con los que buscan socializar a sus hijos e hijas, con el objetivo de que estos maximicen su adaptaci�n en la sociedad y logren una mejor integraci�n funcional a ella (Youniss, 1994). De esta manera, no habr�a una coherencia absoluta entre lo que padres y madres profesan como valores de socializaci�n y lo que piensan que es mejor para su descendencia, ya que los valores que ellos aprendieron podr�an ya no ser �tiles para los nuevos contextos sociales y culturales o las nuevas orientaciones en el mercado del trabajo y la producci�n (Aylwin, 1984; Kuczynski, Marshall, & Schell, 1997; Knafo & Galanski, 2008). Una cr�tica a estos modelos vendr�a desde la idea de que los procesos de transmisi�n de valores no operan sobre una �tabula rasa�, sino que ser�an esencialmente bidireccionales, y, por lo tanto, contemplan un espacio de negociaci�n e, incluso, de resistencia (Kuczynski et al., 1997; Pinquart & Silbereisen, 2002). En este sentido, el proceso de transmisi�n de valores no estar�a encapsulado �nicamente en la familia, sino que tambi�n se ver�a mediado por los distintos contextos de desarrollo significativo y �mbitos de interacci�n social en los que ingresan los ni�os/as y los adolescentes (Boehnke, 2001; Roest, Dubas, & Gerris, 2009), bajo la direcci�n de un modelo ecol�gico de socializaci�n y aprendizaje de las normas y los contenidos culturales (Bronfenbrenner, 1987).
Desde la teor�a sociol�gica cl�sica, existe una larga tradici�n que constata la relaci�n entre las variables de origen social y las preferencias de socializaci�n en valores. Seg�n Bourdieu (1998), por ejemplo, la familia transmite y refuerza un entramado de pr�cticas, representaciones y disposiciones sociales �habitus� hacia la cultura y el mundo del trabajo, que son reflejo de la posici�n social de la persona en el espacio social y que movilizan distintas estrategias de reproducci�n social o perpetuaci�n del grupo. Para Bernstein (1973), por otro lado, las familias transmiten un conjunto de principios de relaci�n social, reglas de reconocimiento y pr�cticas de comunicaci�n ��c�digo socioling��stico�� que se adquieren de manera t�cita e informal en los procesos de socializaci�n y que son fruto de la interiorizaci�n de la distribuci�n del poder y del control social en la experiencia del individuo. El c�digo opera regulando el repertorio de pr�cticas y relaciones sociales del individuo, en las que, finalmente, se va desplegando el proceso de transmisi�n cultural de la diferencia de clase social, o de posici�n relativa en la estructura de la divisi�n social del trabajo (Bernstein, 1990).
Uno de los primeros trabajos en vincular la clase social con el estilo de socializaci�n parental fue el de Melvin Kohn en 1969. En su trabajo con 400 hogares en la ciudad de Washington, en los Estados Unidos, encontr� que tanto los padres y las madres de clase baja como los de clase media estimaban que los valores m�s importantes para socializar a sus hijos e hijas eran la felicidad, la honestidad, la consideraci�n por el otro y la obediencia. Sin embargo, ambos tipos de familia difer�an en la jerarqu�a que les atribu�an; mientras que las familias de clase media privilegiaban m�s los valores asociados a la compasi�n, el autocontrol y la curiosidad, sus pares de clase baja confirieron m�s importancia a los valores de la obediencia, el respeto a la autoridad parental y los buenos modales (Kohn, 1969). El mismo Kohn junto con otros investigadores en Polonia analizaron la asociaci�n entre variables de estratificaci�n social y preferencias parentales de socializaci�n en valores de los hijos e hijas, y encontraron hallazgos similares. En efecto, aquellos padres y madres que se desempe�aban en trabajos en los que era posible ejercer iniciativa y juicio propio, por lo general profesionales liberales asociados a clase alta o burguesa, buscaban socializar a sus hijos e hijas en los valores de la autonom�a, la disciplina y liderazgo (Kohn et al., 1985). Para encapsular te�ricamente estas diferencias por clase social, Villarroel (1990) ha definido dos patrones de socializaci�n familiar: la llamada �socializaci�n represiva�, orientada a la conformidad, el respeto a la autoridad y la obediencia, que se da mayormente en el estrato bajo, y el patr�n de �socializaci�n participatoria�, que se dar�a principalmente en las clases medias y altas, y que estar�a caracterizado por la promoci�n de valores como la creatividad, la reflexi�n y la exploraci�n aut�noma. Ambos patrones dar�an cuenta de formas espec�ficas de organizaci�n de los roles en el interior de la familia: mientras que en el �mbito de la socializaci�n represiva los miembros de la familia conseguir�an su cohesi�n y unidad principalmente a trav�s de la complementariedad funcional de roles culturales tradicionales (padre como proveedor y madre como due�a de casa), en el modelo de socializaci�n participatoria los miembros de la familia se organizar�an en funci�n de pautas m�s flexibles y dialogadas, determinadas m�s por las habilidades e inclinaciones personales de cada uno que por imposiciones de un sistema cultural de divisi�n de roles familiares (Rodr�guez, 2007).
Chile ha sido caracterizado como un pa�s con alta desigualdad socioecon�mica, lo que se expresa en los indicadores de segregaci�n residencial (Sabatini, C�ceres, & Cerda, 2001; Agostini, Hojman, Rom�n, & Valenzuela, 2016), distribuci�n de ingresos (Larra�aga & Rodr�guez, 2015) e inequidad en el sistema escolar (Bellei, 2013). Datos provistos por el Banco Mundial indican que Chile exhibe la econom�a m�s desigual de los pa�ses de la OCDE, con un coeficiente de Gini ampliamente superior a los de los dem�s pa�ses de la organizaci�n, y con niveles cercanos a los que presentan pa�ses como Paraguay, Ruanda y Suazilandia. La explicaci�n de esta caracter�stica se encontrar�a en la importante fracci�n de los ingresos totales del pa�s que se llevan los hogares m�s ricos (Repetto, 2016, p. 80). Por otro lado, evidencia cualitativa ha mostrado que la clase alta chilena busca movilizar distintos mecanismos de distinci�n social para resguardar la exclusividad y perpetuaci�n del grupo. Uno de estos mecanismos ser�a el de la religi�n cat�lica. En efecto, la �lite chilena se ha caracterizado por su moral extremadamente cat�lica y por un modo de vida conservador y virtuoso que busca justificar una superioridad moral, heredada del r�gimen colonial (Giesen, 2010, pp. 27-28). El marcado catolicismo de la clase alta chilena se ha asociado con su pertenencia y simpat�a por movimientos cat�licos como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, cuya novedad radica en la conjugaci�n virtuosa y santa del �xito econ�mico y la doctrina cat�lica (Thumala, 2007). En este sentido, la evidencia cualitativa se�ala que la clase alta chilena busca separarse del resto al socializar a su descendencia en lo que Giesen (2010) llama el �c�digo virtuoso� caracterizado por valores como la responsabilidad familiar, la moral cat�lica, la elegancia, y el apoyo al pr�jimo. Moya y Hern�ndez (2014) suscriben la hip�tesis de que uno de los mecanismos simb�licos de cierre social m�s fuertes de la clase alta corresponde a la socializaci�n en los valores de la moral del catolicismo cl�sico, orientados al desarrollo de la virtud, el autocontrol, la espiritualidad y la felicidad. Estos valores tender�an a legitimarse institucionalmente en la l�gica de elecci�n de escuelas y, en general, en las estrategias de socializaci�n educacional y acad�mica, lo que terminar�a configurando una identidad o �ethos� cultural y valores de la �lite chilena (Thumala, 2007). Por otro lado, se ha ido configurando un movimiento sistem�tico de expansi�n de la religi�n pentecostal evang�lica en las clases populares chilenas, en particular en las zonas urbanas, que se identifica con una regeneraci�n moral y un retorno a los valores tradicionales de la buena conducta, frente al alcoholismo, el consumo de drogas, la violencia urbana y la extrema pobreza. A diferencia del catolicismo de la clase alta chilena como dispositivo de clausura social, la expansi�n pentecostal se realizar�a �dentro de estructuras de inclusi�n y participaci�n laical mucho m�s abiertas� (Valenzuela, Bargsted & Somma, 2013, p. 10). En este marco, la narrativa pentecostal buscar�a reestablecer los �verdaderos valores cristianos� en el seno de la familia: la solidaridad social, el valor del trabajo y la hermandad (Fediakova, 2002).
La investigaci�n en Chile ha escapado a la pregunta sobre c�mo las variables de estratificaci�n social de las familias inciden en sus preferencias de socializaci�n en valores. Por lo general, se ha concentrado en c�mo la socializaci�n familiar impacta sobre conductas de consumo de alcohol o drogas (Florenzano, Sotomayor, & Otava, 2001) o sobre la participaci�n de las familias en la escolarizaci�n de sus hijos e hijas (Gubbins & Otero, 2016), o en el impacto de la clase social sobre las estrategias de socializaci�n cognitiva o acad�mica (Gubbins, 2014).
Con ello, las hip�tesis que se plantea este estudio son las siguientes:
(1) Hip�tesis
1: Las familias de clase alta y media, comparadas con las clases m�s bajas, prefieren
transmitir valores de socializaci�n m�s simb�licos, como la imaginaci�n, la
autonom�a, el respeto por las otras personas y la generosidad
(2) Hip�tesis
2: Las familias de clase baja, comparadas con las clases m�s altas, prefieren
transmitir valores de socializaci�n m�s materiales, como el ahorro, la
independencia y el trabajo duro.
(3) Hip�tesis
3: Las familias que se identifican con la religi�n evang�lica, en comparaci�n
con las que se identifican con otra religi�n, prefieren transmitir valores de
socializaci�n basados en la creencia en la fe religiosa.
De este modo, este estudio busca problematizar la incidencia de las variables de grupo socioecon�mico y filiaci�n religiosa en las preferencias de socializaci�n en valores de los padres, madres y apoderados/as sobre sus hijos e hijas en edad escolar. A partir de este estudio, se esperar contribuir a un campo de estudio m�s amplio sobre los mecanismos intrafamiliares de reproducci�n de la desigualdad en Chile.
La fuente de datos corresponde a la V Encuesta Metropolitana de Familia y Educaci�n, realizada por el Centro de Estudios e Investigaci�n sobre Familia de la Universidad Finis Terrae el a�o 2015. La poblaci�n objetivo corresponde a personas de 18 a�os o m�s que sean residentes habituales de viviendas particulares ocupadas localizadas en las comunas de la Regi�n Metropolitana, espec�ficamente de la provincia de Santiago, y que sean apoderados o tengan a su cargo al menos un estudiante que cursa educaci�n b�sica en su hogar. El dise�o muestral correspondi� a uno de muestreo probabil�stico multiet�pico, estratificado por comunas con afijaci�n proporcional. Se aplic� un cuestionario estructurado a un total de 1.065 personas representativas de la poblaci�n objetivo. Se recogi� informaci�n de 34 comunas de la Regi�n Metropolitana. El error muestral fue del 3,0%, considerando varianza m�xima y nivel de confianza del 95%. Los datos de la muestra se exhiben en la tabla 1.
Tabla 1
Caracterizaci�n
de la muestra
Nivel socioecon�mico |
Alto |
30% |
|
Medio |
40,1% |
|
Bajo |
29,9% |
Filiaci�n religiosa |
Cat�lico |
64,5% |
|
Evang�lico/protestante |
20,3% |
|
Ateo/agn�stico/ninguna |
15,3% |
Sexo |
Hombre |
21,9% |
|
Mujer |
78,9% |
Edad |
18-35 a�os 35-50 a�os M�s de 50 |
41,4% 41,5% 17,1% |
Estado civil |
Soltero |
32,1% |
|
Casado/conviviente |
58,3% |
|
Separado/divorciado |
9,7% |
Elaboraci�n propia.
Para el an�lisis descriptivo, se estimar�n coeficientes chi-cuadrado de asociaci�n entre las variables de preferencias de valores de socializaci�n y las variables independientes: grupo socioecon�mico y filiaci�n religiosa. En una segunda parte, se estimar�n 12 modelos de regresi�n log�stica binaria con las variables dependientes de valores y un efecto interactivo. Para la interpretaci�n de los modelos de regresi�n, se ocupar�n los odds ratio (OR). Los datos fueron procesados estad�sticamente con el software SPSS, versi�n 24.
Para los modelos de regresi�n log�stica, se utilizaron como variables dependientes 12 variables dummy sobre si los padres y madres mencionan o no mencionan los siguientes valores cuando son interrogados sobre cu�les �cualidades o valores considera Ud. que son especialmente importantes de ser ense�ados en el hogar�: (1) tener buenos modales, (2) ser independiente, (3) trabajar duro, (4) ser responsable, (5) tener imaginaci�n, (6) ser tolerante con los dem�s, (7) ser ahorrativo, (8) ser perseverante, (9 ser creyente (fe religiosa), (10) ser generoso, (11) ser respetuoso con otras personas y (12) ser obediente. Como variables independientes se usaron las variables nivel socioecon�mico y la dummy de filiaci�n religiosa. Como controles sociodemogr�ficos, se usaron las variables sexo, edad y estado civil. La tabla 2 describe las variables del estudio. Adem�s, se incluy� un efecto interacci�n: nivel socioecon�mico alto y religi�n cat�lica.
Tabla 2
Variables
del estudio
Tipo |
Variable |
Atributo |
Dependiente |
|
|
Preferencias parentales de socializaci�n val�rica |
12 variables dummy sobre las cualidades o valores que los padres consideran especialmente importantes de ser ense�adas en el hogar |
0. No
menciona 1. Menciona |
Independientes |
|
|
Proxy de estatus |
Nivel socioecon�mico (NSE) |
1. Alto 2. Medio 3. Bajo
(referencia) |
Filiaci�n religiosa |
Identificaci�n con creencia religiosa |
1. Cat�lica 2. Evang�lico/protestante 3. Ninguna/agn�stico/ateo
(referencia) |
Controles sociodemogr�ficos |
|
|
Sexo |
Sexo del padre/madre/apoderado |
0. Hombre
(referencia) 1. Mujer
|
Estado civil |
Estado civil del padre/madre/apoderado |
1. Soltero
(referencia) 2. Casado
o conviviente 3. Separado
o divorciado |
Edad |
Rango etario del padre/madre/apoderado |
1. 18-35
a�os (referencia) 2. 36-50
a�os 3. M�s
de 50 |
Elaboraci�n propia.
La tabla 3 muestra la relaci�n entre el tipo de valores o
cualidades considerados m�s importantes por los padres y madres a la hora de
socializar a sus hijos/as y el nivel socioecon�mico. Si se consideran los
totales, los cinco valores que m�s se mencionan, en orden decreciente, son el
ser responsable (el 61,6% lo menciona), tener buenos modales (52,7%), trabajar
duro (49%), ser respetuoso con otras personas (48,2%) y ser independiente
(43,8%). Por otro lado, por coeficiente chi-cuadrado se constatan asociaciones bivariadas estad�sticamente significativas entre el nivel
socioecon�mico y las valores de tener buenos modales (p<0,01), trabajar duro
(p<0,01), ser ahorrativo (p<0,01), ser perseverante (p<0,01), ser
creyente (fe religiosa) (p<0,01), ser respetuoso con otras personas (p<0,01),
ser generoso (p<0,1), ser independiente (p<0,1) y tener imaginaci�n
(p<0,05).
Entre los niveles socioecon�micos, se encuentran diferencias estad�sticas en la menci�n que tiene cada uno de los valores. Por ejemplo, el valor de tener buenos modales es m�s evocado por el grupo medio (61,3%), que por el grupo alto (49,6%) y el bajo (44,1%). El trabajo duro es un valor fuertemente preferido por el nivel bajo (57,3%), sin diferencias estad�sticas con el nivel alto (48,6%), aunque s� con el medio (43,2%). El mismo patr�n se repite con el valor de ser ahorrativo (el 39,2% de los padres del nivel bajo lo menciona comparado con el 28,5% de los padres de nivel medio) y con ser perseverante (el 42,8% del nivel bajo versus el 33,6% del nivel medio).
El valor de ser creyente en la fe religiosa fue m�s mencionado por las familias de nivel bajo (32,8%), y se configuraron diferencias significativas con el nivel medio (19,5%) y tambi�n con el nivel alto (20,2%). El valor de ser respetuoso con las otras personas es m�s preferido por las familias de nivel medio (54,7%) y alto (48,8%), comparado con las de nivel bajo (38,8%).
No hay diferencias estad�sticamente significativas por nivel socioecon�mico en los valores de ser tolerante con los dem�s, ser obediente y ser responsable.
La tabla 4 muestra la relaci�n entre el tipo de valores o
cualidades consideradas m�s importantes por los padres y madres a la hora de
socializar a sus hijos/as y la filiaci�n religiosa. A nivel general, se
constatan asociaciones estad�sticamente significativas entre las variables de
ser independiente (p<0,01) y tener imaginaci�n (p<0,05) con la filiaci�n
religiosa. Entre los grupos de filiaci�n religiosa, encontramos que los padres cat�licos
promueven fuertemente el valor de ser independiente (el 48,6% lo menciona), y
existe una diferencia estad�stica (p<0,05) con sus pares que se identifican
con la religi�n evang�lica/protestante (33,4%), mas no as� con los padres y
madres que manifestaron no tener religi�n o ser ateos o agn�sticos (el 40,9% lo
menciona). Asimismo, los padres y madres que se identifican con la religi�n
evang�lica/protestante mencionaron, en un 33,7%, la importancia de la
imaginaci�n como valor de socializaci�n, por sobre los padres cat�licos
(24,8%), diferencia estad�sticamente significativa a p<0,05. No se
encontraron diferencias estad�sticamente significativas por filiaci�n religiosa
en los valores de buenos modales, trabajo duro, ser generoso, ser creyente en
la fe religiosa, ser ahorrativo, ser perseverante, ser obediente, ser tolerante
con los dem�s ni ser obediente.
Tabla 3
Preferencias parentales de
socializaci�n en valores seg�n nivel socioecon�mico (N=1.065)
|
Nivel socioecon�mico |
Total |
|||
|
Alto |
Medio |
Bajo |
|
|
Tener buenos modales*** |
No menciona |
50,4% |
38,7% |
55,9% |
47,3% |
Menciona |
49,6%a |
61,3%b |
44,1%a |
52,7% |
|
Ser independiente* |
No menciona |
51,0% |
58,1% |
58,7% |
56,2% |
Menciona |
49,0%a |
41,9%a |
41,3%a |
43,8% |
|
Trabajar duro*** |
No menciona |
51,4% |
56,8% |
42,7% |
51,0% |
Menciona |
48,6%a,b |
43,2%a |
57,3%b |
49,0% |
|
Ser responsable |
No menciona |
37,0% |
36,0% |
43,1% |
38,4% |
Menciona |
63,0%a |
64,0%a |
56,9%a |
61,6% |
|
Tener imaginaci�n** |
No menciona |
73,1% |
77,1% |
68,6% |
73,4% |
Menciona |
26,9%a,b |
22,9%a |
31,4%b |
26,6% |
|
Ser tolerante con los dem�s |
No menciona |
69,1% |
65,7% |
65,2% |
66,6% |
Menciona |
30,9%a |
34,3%a |
34,8%a |
33,4% |
|
Ser ahorrativo*** |
No menciona |
68,9% |
71,5% |
60,8% |
67,5% |
Menciona |
31,1%a,b |
28,5%a |
39,2%b |
32,5% |
|
Ser perseverante*** |
No menciona |
53,8% |
66,4% |
57,2% |
59,9% |
Menciona |
46,2%a |
33,6%b |
42,8%a |
40,1% |
|
Ser creyente (fe religiosa)*** |
No menciona |
79,8% |
80,5% |
67,2% |
76,3% |
Menciona |
20,2%a |
19,5%a |
32,8%b |
23,7% |
|
Ser generoso* |
No menciona |
76,3% |
76,8% |
69,7% |
74,5% |
Menciona |
23,7%a |
23,2%a |
30,3%a |
25,5% |
|
Ser respetuoso con otras personas*** |
No menciona |
51,2%a |
45,3%a |
61,2%b |
51,8% |
Menciona |
48,8%a |
54,7%a |
38,8%b |
48,2% |
|
Ser obediente |
No menciona |
75,3% |
75,9% |
80,8% |
77,2% |
Menciona |
24,7%a |
24,1%a |
19,2%a |
22,8% |
Notas:
(1) Los asteriscos
corresponden a pruebas de asociaci�n de chi-cuadrado. *** = p<0,01; ** = p<0,05,
* = p<0,1.
(2)
Se ejecutaron pruebas de Bonferroni para comparaci�n estad�stica de
proporciones de columna. Los sub�ndices con letras distintas significan
diferencias significativas a p<0,05.
Elaboraci�n
propia.
Tabla 4
Preferencias parentales de
socializaci�n en valores seg�n filiaci�n religiosa (N=964)
|
Filiaci�n religiosa |
Total |
|||
|
Cat�lica |
Ateo/agn�stico/ninguna |
Evang�lico/protestante |
|
|
Tener buenos modales |
No menciona |
48,7% |
47,3% |
49,2% |
48,6% |
Menciona |
51,3%a |
52,7%a |
50,8%a |
51,4% |
|
Ser independiente*** |
No menciona |
51,4% |
59,1% |
66,6% |
55,7% |
Menciona |
48,6%a |
40,9%a,b |
33,4%b |
44,3% |
|
Trabajar duro |
No menciona |
48,2% |
54,6% |
54,4% |
50,4% |
Menciona |
51,8%a |
45,4%a |
45,6%a |
49,6% |
|
Ser responsable |
No menciona |
36,4% |
43,4% |
42,6% |
38,7% |
Menciona |
63,6%a |
56,6%a |
57,4%a |
61,3% |
|
Tener imaginaci�n** |
No menciona |
75,2% |
74,9% |
66,3% |
73,3% |
Menciona |
24,8%a |
25,1%a,b |
33,7%b |
26,7% |
|
Ser tolerante con los dem�s |
No menciona |
66,3% |
66,0% |
68,5% |
66,7% |
Menciona |
33,7%a |
34,0%a |
31,5%a |
33,3% |
|
Ser ahorrativo |
No menciona |
67,0% |
64,7% |
70,6% |
67,4% |
Menciona |
33,0%a |
35,3%a |
29,4%a |
32,6% |
|
Ser perseverante |
No menciona |
60,2% |
55,5% |
57,9% |
59,0% |
Menciona |
39,8%a |
44,5%a |
42,1%a |
41,0% |
|
Ser creyente (fe religiosa) |
No menciona |
76,5% |
77,9% |
70,1% |
75,5% |
Menciona |
23,5%a |
22,1%a |
29,9%a |
24,5% |
|
Ser generoso |
No menciona |
74,5% |
70,9% |
73,8% |
73,8% |
Menciona |
25,5%a |
29,1%a |
26,2%a |
26,2% |
|
Ser respetuoso con otras personas |
No menciona |
52,5% |
52,4% |
52,4% |
52,5% |
Menciona |
47,5%a |
47,6%a |
47,6%a |
47,5% |
|
Ser obediente |
No menciona |
78,8% |
73,3% |
74,6% |
77,1% |
Menciona |
21,2%a |
26,7%a |
25,4%a |
22,9% |
Notas:
(1)
Se excluyeron de la base a los padres que profesaban una religi�n distinta a:
cat�lica, ninguna, ateo, agn�stico, evang�lico o protestante.
(2)
Los asteriscos corresponden a pruebas de asociaci�n de chi-cuadrado. *** = p<0,01;
** = p<0,05, * = p<0,1.
(3)
Se ejecutaron pruebas de Bonferroni para comparaci�n estad�stica de
proporciones de columna. Los sub�ndices con letras distintas significan
diferencias significativas a p<0,05.
Elaboraci�n
propia.
Tabla 5
Modelos de regresi�n log�stica
que predicen las odds ratio de
mencionar un valor o cualidad como m�s importante para socializar a sus
hijos/as (N=1.065)
|
|
Modelos |
|||||||||||
|
|
(1) |
(2) |
(3) |
(4) |
(5) |
(6) |
(7) |
(8) |
(9) |
(10) |
(11) |
(12) |
NSE |
Alto |
1,7** |
1,2 |
0,4*** |
1,0 |
1,2 |
1,0 |
0,4*** |
0,8 |
0,5** |
0,8 |
1,8** |
1,6* |
Medio |
2,0*** |
1,0 |
0,5*** |
1,4** |
0,6** |
0,9 |
0,6*** |
0,7** |
0,5*** |
0,7** |
1,9*** |
1,4 |
|
Filiaci�n religiosa |
Cat�lica |
1,0 |
1,5** |
1,0 |
0,9 |
1,4 |
1,1 |
0,8 |
0,8 |
1,3 |
1,1 |
1,0 |
0,8 |
Evang./prot. |
0,8 |
0,8 |
0,9 |
0,9 |
1,6** |
0,9 |
0,8 |
1,1 |
1,7** |
1,1 |
1,0 |
1,1 |
|
|
Alto*cat�lica |
0,6* |
1,1 |
2,1*** |
1,8** |
0,4*** |
0,7 |
2,1** |
1,9** |
1,0 |
0,8 |
0,8 |
0,8 |
G�nero |
Mujer |
0,9 |
0,9 |
0,9 |
1,3 |
1,0 |
0,9 |
1,4** |
0,9 |
1,1 |
1,0 |
1,1 |
0,9 |
Rango etario |
35-50 a�os |
1,0 |
0,8 |
1,0 |
1,4** |
0,7* |
0,8 |
0,8 |
1,1 |
1,2 |
0,7*** |
0,9 |
1,0 |
M�s de 50 |
0,9 |
0,7** |
0,9 |
1,4* |
0,5*** |
0,9 |
0,9 |
0,9 |
0,8 |
0,8 |
1,1 |
1,7** |
|
Estado civil |
Separado |
1,1 |
1,1 |
1,1 |
1,4 |
0,8 |
1,5 |
1,2 |
0,9 |
0,6 |
0,7 |
1,4 |
0,5** |
Casado/conv. |
0,8** |
0,9 |
1,1 |
1,1 |
0,9 |
1,0 |
0,9 |
1,0 |
0,7* |
1,3 |
1,1 |
1,2 |
|
Constante |
|
1,0 |
0,8 |
1,5 |
0,9 |
0,5 |
0,6 |
0,7 |
0,9 |
0,4 |
0,5 |
0,6 |
0,2 |
R2 de Nagelkerke |
0,04 |
0,03 |
0,04 |
0,03 |
0,05 |
0,01 |
0,03 |
0,03 |
0,05 |
0,03 |
0,03 |
0,03 |
Notas:
(1) Los asteriscos
corresponden a pruebas de hip�tesis. *** = p<0,01; ** = p<0,05, * = p<0,1.
(2)
Modelo (1): tener buenos modales, (2): ser independiente, (3): trabajar duro,
(4): ser responsable, (5): tener imaginaci�n, (6): ser tolerante con los dem�s,
(7): ser ahorrativo, (8): ser perseverante, (9): ser creyente (fe religiosa),
(10): ser generoso, (11): ser respetuoso con los dem�s, (12): ser obediente.
Elaboraci�n
propia.
Los efectos estad�sticamente significativos muestran que las odds de considerar los buenos modales como un valor deseable de socializaci�n son un 70% m�s altas para el nivel socioecon�mico alto que para el bajo (p<0,01), y un 80% m�s altos (p<0,05) en caso del valor de ser respetuoso con los dem�s.
Por otro lado, el valor del trabajo duro es fuertemente rescatado por el nivel socioecon�mico bajo. En efecto, las odds de mencionar el trabajo duro son un 150% m�s altas para el nivel bajo que para el alto (p<0,01) y un 100% m�s altas para el nivel medio comparado con el nivel socioecon�mico bajo (p<0,01). Se repite un patr�n similar con el valor del ser ahorrativo, en el que las odds de mencionar ese valor como deseable en la socializaci�n de sus hijos/as son un 150% m�s altas para el nivel bajo que para el nivel socioecon�mico alto (p<0,01). Los niveles medios evocan fuertemente el valor de los buenos modales (odds un 100% m�s altas que las del nivel bajo), la responsabilidad (odds un 40% m�s altas que las del nivel bajo) y el ser respetuoso con los dem�s (odds un 90% m�s altas que las del nivel bajo). El valor de la fe religiosa como cualidad de socializaci�n es estad�sticamente m�s evocado por el nivel bajo que por el nivel alto (odds un 100% m�s altas, a p<0,05) y que por el nivel medio (odds un 100% m�s altas a p<0,01).
Si se observa el efecto multiplicativo, se ve que las odds de que padres de clase alta y cat�licos mencionen el ahorro como valor de socializaci�n intergeneracional son un 110% m�s altas que las de padres de clase baja y sin religi�n, ateos o agn�sticos (p<0,05). El mismo patr�n se repite para el caso del valor del trabajo duro, en el que las odds son tambi�n un 110% m�s altas (p<0,01).
La responsabilidad tambi�n es un valor altamente rescatado por las familias de clase alta y cat�licas, y las odds de mencionar ese valor son un 80% m�s altas que de las familias de clase baja y sin ninguna religi�n, ateas o agn�sticas (p<0,05).
La filiaci�n religiosa, en general, exhibe pocos efectos estad�sticamente significativos por s� sola. Para los padres que se identifican con la religi�n cat�lica, las odds de mencionar el valor de ser independiente son un 50% m�s altas comparados con quienes no se identifican con ninguna religi�n, atea o agn�stica (p<0,05). Los evang�licos en la muestra evocan el valor de la creencia en una fe religiosa. En efecto, las odds de mencionar ese valor cuando los padres se identifican con la religi�n evang�lica/protestante son un 70% m�s altas comparadas con las de quienes no manifiestan alguna creencia religiosa, ateos o agn�sticos (p<0,05).
En relaci�n con los controles usados, las mujeres que contestaron la encuesta valoran fuertemente el ahorro como cualidad de socializaci�n (odds un 40% m�s altas que cuando responde un hombre), mientras que la obediencia es un valor fuertemente rescatado por cuidadores de m�s edad (odds un 70% m�s altas que para padres entre 18 y 35 a�os, p<0,05).
El efecto interactivo muestra, por �ltimo, que el valor de los buenos modales es m�s valorado por padres sin religi�n de clase baja (odds un 67% m�s altas) que por padres de clase alta de religi�n cat�lica (p<0,1).
La familia es el agente socializador y de reproducci�n cultural por excelencia, ya que en ella se produce la socializaci�n primaria, caracterizada por la internalizaci�n de los c�digos simb�licos y la identificaci�n psicol�gico-emocional con otros significativos (Berger & Luckmann, 1968).
El objetivo de este estudio consisti� en: evaluar la relaci�n entre las variables de clase social y religi�n sobre las preferencias parentales de socializaci�n de los valores en el Chile contempor�neo. En esta l�nea, los estudios emp�ricos han reportado que el tipo de valores que padres y madres buscan transmitir a sus hijos e hijas est�n asociados con su posici�n relativa en la sociedad. Padres y madres de niveles socioecon�micos m�s bajos tender�an a privilegiar espacios de socializaci�n basados en la ascensi�n social: el trabajo duro, el ahorro econ�mico, la perseverancia y la buena conducta (Xiao, 1999; Tudge et al., 2000). Estas diferencias por clase social se han encapsulado te�ricamente en dos modelos de socializaci�n familiar divergentes: un modelo de �socializaci�n represiva� movilizado mayoritariamente por clases bajas y enfocado principalmente en la obediencia y conformidad con las normas, y un modelo de �socializaci�n participatoria� de clases altas, orientado al desarrollo de la creatividad, la originalidad y la reflexi�n aut�noma del ni�o (Villarroel, 1990).
Chile es un buen caso de estudio, ya que se ha caracterizado como una sociedad con alta polaridad socioecon�mica, que se traduce en una estructura de oportunidades asim�tricas seg�n el origen social (Larra�aga & Rodr�guez, 2015; Repetto, 2016). En este contexto, la gran mayor�a de las investigaciones se han centrado en estudios del efecto de la clase social sobre los procesos de socializaci�n secundaria, esto es, en el �mbito de la socializaci�n en la escuela (v�anse, por ejemplo, Bellei, 2013; Gubbins, 2014, 2016), pero no existen estudios emp�ricos cuantitativos en Chile que den cuenta del efecto de variables de clasificaci�n social sobre las preferencias de transmisi�n intergeneracional de valores en el espacio de socializaci�n de la familia.
Al mismo tiempo, Chile ha ido evidenciado un despliegue expansivo de religiones con fuerte identificaci�n de clase social: el evangelismo pentecostal en las clases populares urbanas (Valenzuela et al., 2013) y expresiones de catolicismo m�s radical en las clases altas asociadas a la santificaci�n de la vida cotidiana (Thumala, 2007).
Este estudio aporta evidencia para sustentar la hip�tesis de que la clase social s� tendr�a un efecto en las preferencias parentales de socializaci�n en valores, aunque entrega evidencia parcial para el caso de la adscripci�n religiosa. En efecto, se comprueban las hip�tesis, ya que las familias de clase alta tender�an a privilegiar valores m�s simb�licos y relacionales, como los buenos modales y el respeto por los dem�s, mientras que las clases bajas privilegiar�an transmitir valores m�s materiales de ascensi�n social como el trabajo duro y el ahorro (Villarroel, 1990). Sin embargo, estas diferencias tender�an a invisibilizarse cuando se contempla el efecto multiplicativo de clase y religi�n, donde, por ejemplo, las familias cat�licas de clase alta s� estar�an privilegiando el valor del trabajo duro, el ahorro y la perseverancia, lo que sugerir�a una constelaci�n val�rica especial para este tipo de familias en Chile. Una explicaci�n para este resultado podr�a encontrarse en los an�lisis que Thumala (2007) hace sobre las clases altas cat�licas chilenas, que mezclar�an, en su estructura de valores de socializaci�n, el �xito econ�mico, la moralidad y la adecuaci�n a normas, mimetiz�ndose, en este sentido, con los valores que favorecer�an las clases bajas.
Por otro lado, y controlando por las otras variables de los modelos log�sticos completos, los padres que se identifican con la religi�n evang�lica movilizar�an fuertemente valores como la creencia en la fe religiosa. Si se observa el efecto interactivo entre clase social y filiaci�n religiosa, se constata que las familias cat�licas de clase alta, en comparaci�n con las de clase baja y sin religi�n, agn�sticas o ateas, privilegian valores como el trabajo duro, la responsabilidad, el ahorro y la perseverancia. Las clases medias, por otro lado, estar�an movilizando fuertemente una constelaci�n de valores m�s h�brida, en la que incluir�an los buenos modales, la responsabilidad y el trato respetuoso a los dem�s.
Una de las limitaciones de este estudio tiene que ver con las caracter�sticas de la unidad de an�lisis. En este estudio, se consideran las preferencias de padres y apoderados con hijos e hijas en cualquier edad escolar, que pueden oscilar entre los 5 a�os (kindergarten) y los 22 a�os (en el caso de hijos e hijas con cursos repitentes). La evidencia sugiere que las estrategias de socializaci�n primaria que movilizan los padres y madres difieren en alcance y naturaleza seg�n la edad, la etapa del desarrollo psicoevolutivo del ni�o y la ni�a y los contextos significativos de interacci�n ecosist�micos (Ram�rez, 2005). En particular, los padres parecer�an inclinarse por un patr�n de socializaci�n m�s centrado en la disciplina y el establecimiento de l�mites cuando sus hijos e hijas son m�s peque�os (Hoffman, 1976; Baumrind, 1973), o en el desarrollo de la compasi�n y la prudencia (Wray-Lake, Flanagan & Maggs, 2012).
Con todo, este estudio busc� aportar, en general, evidencia emp�rica al campo de estudio amplio sobre los mecanismos intrafamiliares de reproducci�n de la desigualdad, en particular, al estudio original y exploratorio de los predictores sociales de las preferencias de socializaci�n de los hijos en el Chile contempor�neo.
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[1]
Los autores del art�culo quieren agradecer especialmente
el apoyo de la directora del Centro de Estudios de Educaci�n y Familia, Ana
Mar�a Y�venes, por la concesi�n del uso de la base de datos y el soporte
permanente en la ejecuci�n de los an�lisis y el planteamiento de los marcos
te�ricos pertinentes.