Apuntes 86 (2020). doi: 10.21678/apuntes.86.1235
Asencios, Dynnik. La ciudad acorralada: jóvenes y Sendero Luminoso en Lima de los 80 y 90. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2016. 199 pp.
En La ciudad acorralada, Dynnik Asencios brinda lo que él llama una «base empírica», necesaria para combatir los estereotipos acerca de los integrantes del Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso (PCP-SL) (p. 21). Enfocándose en el escenario urbano del conflicto armado en el Perú durante las décadas de 1980 y 1990, Asencios analiza y discute sobre la heterogeneidad de los militantes senderistas en la ciudad de Lima, estableciendo que «el PCP-SL nunca llegó a ser una organización homogénea por completo» (p. 21). Con esto, el autor pretende desafiar la noción aceptada de una caracterización únicamente andina, presentando varias voces urbanas. La ciudad acorralada contribuye a una escasa historiografía del escenario urbano durante el conflicto armado.
Asencios establece que el propósito de su análisis es definir las motivaciones de los jóvenes limeños para afiliarse al grupo terrorista durante un período culminante del conflicto armado. La evidencia se manifiesta a través de la historia oral, un amalgamado de 30 testimonios (16 hombres y 14 mujeres) de exmilitantes, todos ellos encarcelados en algún momento por su participación en el partido. «Estos jóvenes oscilaban entre los 17 y los 25 años de edad, e ingresaron en un contexto diferente en comparación con los que lo hicieron en los años setenta e inicios y mediados de los ochenta», es decir, en un contexto de crisis económica y política (p. 20). La motivación recurrente en los testimonios parece ser de diversos grados de formación ideológica, razón por la cual la cuestión de la ideología se transforma en el centro de la tesis de Asencios. El libro está dividido en cuatro capítulos. Los dos primeros abordan el planteamiento del problema y el contexto histórico del conflicto armado. El tercer capítulo es el más extenso y en el cual Asencios analiza los testimonios en profundidad. El último capítulo resume las conclusiones y reflexiones del capítulo anterior y culmina en los cambios generacionales y contextuales que motivaron la participación en el PCP-SL.
Asencios examina la mentalidad triunfalista del partido y cómo este logró un flujo continuo de adoctrinamiento. El período estudiado en La ciudad acorralada se caracteriza por la estrategia senderista del «equilibrio estratégico», en la que el PCP-SL se encontraba a la ofensiva, mientras que el Estado, a la defensiva. Esta estrategia, según Asencios, produjo un momento triunfalista entre los cuadros senderistas, impresión que es corroborada por la cobertura de los medios donde se retrata la creciente presencia de Sendero en la ciudad. El equilibrio significó el avance de Sendero en Lima y, de modo paralelo a esta exhibición de poder, la situación de vulnerabilidad del Estado peruano. Asencios afirma que esta atmósfera contribuyó a que los jóvenes limeños se afiliaran al partido. Este escenario era el opuesto al que se desarrollaba en simultáneo en las zonas rurales, donde el Estado peruano había empezado a retomar el control y apoyo de la población. El autor plantea que el triunfalismo superficial de este período ocultó una verdadera crisis en la formación ideológica de los militantes de base del PCP-SL.
A partir del análisis de los testimonios, se puede observar que los jóvenes militantes no recibieron el mismo adoctrinamiento utilizado con los altos mandos senderistas, ni el utilizado a inicios de la década de 1980 a nivel de base. La «escuela popular» se iba desvaneciendo, siendo reemplazada por una idea superficial de justicia y acción militar, refiriéndose a «la idea crítica» y «el efecto demostración» (pp. 126-131). Por esos años, el dogmatismo presente en las zonas rurales se mostraba decadente en la realidad urbana. Asencios incorpora el rol que tuvieron las cárceles para muchos de los jóvenes urbanos. Haciendo referencia a los trabajos periodísticos publicados en la década de 1990 y el estudio de José Luis Renique, La voluntad encarcelada (2003), sobre la presencia de Sendero en las cárceles, Asencios argumenta que ante la ausencia de una formación en las calles limeñas, estas cumplieron un rol clave en la formación de los jóvenes militantes. Una de las revelaciones más interesantes de los testimonios es la experiencia preexistente de las condiciones carcelarias entre los jóvenes. Muchos militantes fueron expuestos a las cárceles antes de ser arrestados entregando víveres o cumpliendo misiones, y muchos manifestaron una suerte de satisfacción al alcanzar una formación ideológica adecuada durante su encierro. Aparte de las cárceles, Asencios también privilegia los rituales senderistas como un espacio para lograr la fidelidad de los nuevos reclutas. Se mantuvieron las fiestas y los días de celebración, y se logró un sentimiento de pertenencia a un movimiento amplio y triunfalista.
Además de las motivaciones ideológicas, Asencios intenta incorporar un análisis de género. El autor aclara desde un principio que la categoría de género no es la base en su estudio, sin embargo, considero que esta no puede ser pasada por alto. Los instantes en los que el género es insertado al análisis, se concentra de manera exclusiva en las experiencias de mujeres. La sección más destacada, «La maternidad relegada», es un análisis muy unilateral de género y nunca asume el deseo de interpretar el rol de la paternidad ni menciona la interpretación de la familia por testimoniantes masculinos. En general, la presencia del género a lo largo del texto se lee como una ocurrencia tardía y desconectada del resto del análisis.
Si bien el estudio de Asencios brinda evidencia sobre las motivaciones de los jóvenes urbanos para afiliarse al grupo terrorista, existe un aspecto de la realidad peruana que queda omitida. La violencia en el escenario rural, previa a la proclamación del equilibrio estratégico en 1991, está ausente de los testimonios y del cuestionario de Asencios. Si la ideología senderista en el momento estudiado se encuentra en un estado superficial, el estudio no logra explorar cómo se interpretó la violencia en el momento de afiliarse. El concepto de memoria, mencionado en un inicio por Asencios, no se desarrolla en profundidad. La violencia fue una experiencia entrelazada con la ideología del PCP-SL, por eso es difícil aceptar una explicación que evita mencionarla. La distribución de imágenes sangrientas por los medios durante la década de 1980 debió haber tenido un impacto para los testimoniantes, y ellos, muchos hijos de migrantes, tuvieron que haber sentido la violencia de forma más próxima. Quizá en esta pregunta está la principal diferencia sobre las experiencias vividas en la ciudad en contraste con las zonas rurales, y cómo estas influyeron en las decisiones de los militantes de base.
A pesar de esta crítica, el estudio de Asencios es una contribución importante en la historiografía del conflicto armado. El énfasis en el escenario urbano es refrescante, ya que aún existe un vacío historiográfico sobre la presencia del PCP-SL en Lima. El autor logra su propósito de complejizar la caracterización de los senderistas durante el conflicto, revelando variaciones de perfiles socioeconómicos, raciales y de género. La conclusión y el énfasis de Asencios delinean la ideología de justicia y movilización y ayudan a humanizar a individuos que hoy se encuentran en libertad o cerca de cumplir sus sentencias. Libros como La ciudad acorralada son una herramienta importante para entender los conflictos que persisten actualmente en el país.
Lucía Luna-Victoria
Universidad de California Davis