RESEÑA
ROMERO, Ana Lucía, 2016, Entre pipetas, bisturíes y pacientes. La investigación clínica en la Argentina: la tradición Lanari, Buenos Aires, Biblos. 229 pp.
Entre pipetas, bisturíes y pacientes. La investigación clínica en la Argentina: la tradición Lanari se inserta en los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, campo dinámico y en plena expansión en Argentina. Sin lugar a dudas, este libro de Lucía Romero, síntesis de una investigación doctoral, constituye un modelo para futuras pesquisas que tengan como centro el análisis del quehacer científico en un país periférico.
Uno de los aciertos de su propuesta es tomar como eje articulador un instituto de investigación, en este caso el Instituto de Investigaciones Médicas, entre 1957 y 1976, periodo cuya dirección fue ejercida por el doctor Alfredo Lanari. El análisis de veinte años de funcionamiento de un centro de investigación permite rastrear trayectorias, saberes, influjos locales e internacionales, redes científicas, mecanismos de reclutamiento y logros en el quehacer científico. La relevancia de analizar este instituto pasa por haberse constituido en un foco de investigación en la medicina clínica local e internacional. La clínica médica en la Argentina, hasta la creación del Instituto de Investigaciones Médicas, se había caracterizado por la primacía de la práctica asistencial y curativa. La creación del Instituto de Investigaciones Médicas constituye un mojón para la historia de la medicina en la Argentina por lo menos en dos sentidos. Por un lado, porque inauguró la práctica de investigación científica en la clínica médica al calor de un conjunto de reformas dentro del contexto de educación superior y en el marco de un mayor acercamiento a los Estados Unidos. No obstante, la existencia de redes con otras latitudes no fue una mera imitación, sino que se insertó con una tradición local que ya venía dando frutos desde las primeras décadas del siglo XX. La fecha tentativa de esta preponderancia puede ubicarse hacia 1919, cuando se instaló el Instituto de Fisiología a cargo del doctor Bernardo Houssay. Por otro lado, Lanari abrió las discusiones políticas y presupuestarias para instalar el desempeño full time en clínica médica. Este tema fue inédito en la Argentina y se vio como un elemento para lograr la modernización científica y como un mayor estímulo para impulsar que las jóvenes vocaciones médicas se inclinasen por esta especialidad.
En este libro encontramos un utillaje de conceptos teóricos bien sistematizados que dialogan con una profusa cantidad de fuentes primarias, tales como legajos, revistas profesionales, actas de Consejo Directivo, además de un corpus de treinta entrevistas. Con todo ello y a partir de una triangulación del material primario con el secundario, se va enhebrando un relato fluido y muy interesante sobre lo que la autora considera la «tradición Lanari». Esta es entendida como la articulación de las líneas de trabajo que la precedieron. En el estilo de trabajo de Lanari, Romero rescata la práctica de investigación en el laboratorio y el trabajo asistencial caracterizado por el contacto entre médico y paciente. La imbricación de la investigación, la docencia y la asistencia impulsó una serie de modificaciones en la carrera de Medicina y en el perfil de quienes egresaron de la Facultad de Medicina; a la primacía de un perfil profesional guiado por la asistencia y por las demandas de la clientela privada, se agregó, entre las opciones profesionales, el despliegue de trayectorias que podían aunar lo asistencial con las prácticas científicas en los espacios de laboratorio, dando lugar a cambios tecnológicos que, al mismo tiempo, modificaron la práctica asistencial.
Esta intersección entre lo asistencial y las motivaciones científicas condujo al interés por los trasplantes renales y la diálisis. Es en el capítulo tres donde Romero demuestra una de sus hipótesis más fuertes. Según ella, el crecimiento de una especialidad o línea de investigación en el marco de una institución particular no es resultado de un mero proceso de generación espontánea ni se debe a una lógica puramente cognitiva; por el contrario, tal crecimiento es resultado de acciones y decisiones humanas a partir de posiciones directivas y organizacionales con capacidad de injerencia en el diseño y el modelado del conjunto institucional (p. 136). Es en este sentido que el lugar de Lanari, en cuanto organizador del área y por su captación de recursos humanos y sistematización de áreas de interés y prioridades, retoma protagonismo en el relato.
La voz de los pacientes está tomada a partir de los informes científicos y la mirada de los investigadores. Creo que, para futuras investigaciones, se podría investigar sobre algunos otros rastros de estas prácticas en los cuerpos de los enfermos: poner en juego o sugerir cómo en la ligazón entre la ciencia y la técnica está el sufrimiento de las personas y los horrores a que han dado lugar las técnicas es una ausencia de la historiografía. Sin llegar a una postura extrema y crítica en torno a la modernidad científica, cabe preguntarse por el lugar que ocupan el sufrimiento, el dolor, las emociones y la muerte en nuestros relatos historiográficos.
La investigación científica en la Argentina durante el siglo XX fue un lugar de primacía masculina y este terreno de investigación clínica no es la excepción. No obstante, Romero aporta con su libro cómo en lo que ella denomina la «segunda generación» y la «tercera generación» aparecen mujeres: Elvira Arrizueta, Felisa Molina y la bióloga Elizalde de Bracco. Esta visibilización de científicas dentro de un campo masculinizado es una línea de investigación que puede ser tomada para futuras pesquisas que consideren los aportes de la teoría de género en los estudios de la ciencia.
Dentro del corpus del libro, quiero destacar la utilización de veintisiete legajos personales de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Este material se caracteriza por tener por lo menos dos problemas. El primero, la dificultad burocrática que significa poder acceder a ellos; y, el segundo, las complicaciones para analizarlos, ya que están compuestos por una larga y densa cantidad de datos personales. Romero logra hacer preguntas interesantes a estas fuentes y las respuestas que fue encontrando conforman el nudo central de este libro. Las redes de sociabilidad, los perfiles, los vínculos y los conflictos son los protagonistas de este libro y le permiten a la autora lograr un distanciamiento de aquellas historias celebratorias del progreso ineludible y siempre ascendente de las ciencias médicas y de sus actores.
Celebro la publicación de este libro, ya que en ningún momento pierde de vista su objeto, su problema, y en sus diferentes capítulos logra un apropiado equilibrio entre selección de datos y organización de los mismos. Sin lugar a dudas, Entre pipetas, bisturíes y pacientes… será de lectura obligada para quienes se interesan por la historia social de la salud y la enfermedad, la historia de la ciencia y los estudios sobre la educación superior. Asimismo, su redacción inteligente y amena hará que este libro gane lectores entre un público mas amplio que el habitualmente interesado en temas de esta especialidad.
Karina Inés Ramacciotti
Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género; Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires; Conicet; Universidad Nacional de Quilmes; Buenos Aires.
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