En este su segundo libro, el teniente primero Michel Laguerre Kleiman continúa el análisis de la relación histórica entre las armadas del Perú y Estados Unidos, análisis que inició en su obra El Oncenio y el desarrollo de la Armada Peruana (1919-1930) (2015). En este caso específico, el autor se concentra en el análisis del vínculo histórico entre la Escuela Superior de Guerra Naval del Perú (ESGN) y el U. S. Naval War College (NWC).
Desde su fundación en 1884, el NWC ha sido responsable de educar y formar el liderato de la marina de guerra estadounidense. Su creación, como bien señala Laguerre, estuvo marcada por una serie de eventos ocurridos, especialmente, en la década de 1870, que llevaron a la marinería estadounidense a plantearse la necesidad de un centro de formación profesional. En este libro, Laguerre explora la influencia decisiva que ejerció la NWC en la creación y desarrollo de la ESGN, examinando el papel que jugaron un grupo de oficiales estadounidenses egresados de la escuela naval norteamericana en ese proceso.
El libro, que es una coedición bilingüe de la ESGN y la NWC, está dividido en dos partes. En la primera, su autor examina los antecedentes de la escuela naval peruana, así como también su proceso desde su fundación en 1930 hasta su cierre en 1933. En la segunda parte, Laguerre enfoca el desarrollo de la ESGN y su relación con la armada estadounidense, en especial con el NWC, desde su reapertura en 1944 hasta el año 2015.
El autor ubica los primeros antecedentes de la ESGN en un grupo de artículos escritos por oficiales peruanos, a principios del siglo XX, que aparecieron en la Revista de Marina. Publicada desde 1907, esta revista sirvió de espacio de reflexión para una generación de «marinos de la postguerra del Pacífico», quienes expresaron sus inquietudes sobre el futuro de la armada peruana. El primer oficial peruano que escribió, explícitamente, sobre la necesidad de una escuela superior fue el teniente segundo Enrique Labarthe Durand. Entre 1917 y 1918, Labarthe publicó dos artículos proponiendo la creación de un centro de formación profesional y la contratación de una misión naval extranjera que guiara a la armada peruana. Además, en 1918, el teniente segundo Manuel F. Jiménez Saldías escribió un artículo analizando varios combates navales de la Primera Guerra Mundial, con lo que, según Laguerre, se «adelantó a realizar acciones propias de la futura Escuela Superior de Guerra Naval» (p. 28). Dos años más tarde, el teniente segundo Roque Saldías Maninat tradujo un artículo escrito por el capitán de corbeta Holloway H. Frost sobre la batalla de Jutlandia.
Es interesante que el autor identifique el conocimiento del inglés como un denominador común entre los marinos preocupados por la formación profesional de la oficialidad de la armada peruana. Además, su propia formación estuvo ligada, de forma directa o indirecta, al NWC.
Laguerre examina luego el segundo antecedente de la creación de la ESGN: la contratación, en 1920, de una misión naval estadounidense. Parte del proyecto de modernización del presidente Augusto B. Leguía, la contratación de la misión naval, conllevó el abandono de Europa como modelo y un giro pragmático hacia el claro ganador de la Primera Guerra Mundial: Estados Unidos.
Otro factor importante fue la contratación de dos oficiales navales estadounidenses por la armada peruana: William Satterlee Pye y William O. Spears, ambos con el rango de contralmirantes. El autor señala que Pye, ex alumno del NWC, fue parte de su plantilla de 1912 a 1915, mientras que Spears fue director de la escuela hasta el 13 de marzo de 1932, cuando regresó a Estados Unidos.
La caída de Leguía en agosto de 1930 dejó a los miembros de la misión estadounidense en una situación complicada, pues no tenían claro cuál sería su función en el nuevo escenario político, especialmente porque quienes derrocaron al presidente les relacionaban con este. Pye, quien era jefe de la misión, no quería que la labor de los estadounidenses fuese vista como opuesta al gobierno de Luis M. Sánchez Cerro, por lo que «decidió reforzar, desde el campo del asesoramiento, la labor por la cual la misión era reconocida: mejorar el sistema de educación naval» (p. 38). De ahí que se enfocara en la creación de la escuela superior, lo que se concretó el 17 de setiembre de 1930.
Del análisis que hace el autor sobre los primeros años de la escuela, es claro el papel fundamental que jugaron los estadounidenses, tanto en la gestión como en la enseñanza en la nueva institución. Sin embargo, el 3 de marzo de 1933, el presidente Óscar R. Benavides «declaró en receso» a la escuela superior. Desafortunadamente, el autor no identifica las razones políticas y/o económicas que explican este cierre.
Tras un receso de once años, el 10 de marzo de 1944, el entonces ministro de Marina, Federico Días Dulanto, restableció la ESGN. Laguerre describe cómo esto se dio en un contexto internacional «en el cual la política exterior del Perú se había orientado a colaborar» con los aliados (p. 48) En esta segunda etapa, la participación de oficiales estadounidenses fue importante desde su mismo comienzo. La escuela reinició funciones el 4 de junio de 1944 con un estadounidense como director adjunto, el capitán de navío George M. Baum.
Laguerre examina en la segunda parte de su libro el vínculo entre la ESGN y el NWC –y, por ende, con la armada estadounidense– en las décadas de 1950, 1960 y 1970. Destacan en ese periodo el Acuerdo de Asistencia para la Defensa Mutua (que entró en vigor el 26 de abril de 1952) y la creación el mismo año del Naval College Command, un programa internacional de la NWC. Ambos permitieron que oficiales peruanos hicieran viajes de formación profesional a los Estados Unidos.
Hay un punto que merece un comentario. Según Laguerre, en 1972, el capitán de navío Daniel Masías Abadía (graduado del NCW) pronunció en Newport, sede de la escuela estadounidense, una conferencia titulada «Anchura del mar territorial. Argumentos de la posición peruana». Tres años más tarde, el ministro de Marina, vicealmirante Guillermo S. Faura Gaig, pronunció el discurso de apertura del año académico de la ESGN abordando el tema «Jurisdicción y soberanía marítima de las 200 millas» y proponiendo que el derecho internacional reconociera como necesario «adaptar las normas de cambio de condiciones de cada época» (p. 60-61). Esto me lleva a preguntar cómo afectó el conflicto de las 200 millas las relaciones entre las armadas peruana y estadounidense. Se trata de un asunto que el autor no aborda por no estar directamente relacionado con la temática de su libro, pero que merece una respuesta.
No puedo menos que concluir que este libro es una aportación valiosa tanto para el estudio de la historia de la armada peruana como también de las relaciones peruano-estadounidenses, dado que Laguerre identifica muy bien los vínculos entre ambas marinas de guerra a través de la estrecha relación que existió entre sus respectivas escuelas.
Norberto Barreto Velázquez
Universidad del Pacífico, Lima