Jean Pierre Tardieu es un investigador apreciado por sus prolijos trabajos acerca de la esclavitud en Cuba, Panamá, Ecuador, Venezuela, Paraguay, Uruguay y Perú, los cuales lo han convertido en un experto en la historia de la esclavitud en América. La mayor parte de estos trabajos presentan características comunes, se podría decir que es el sello personal de Tardieu; por ejemplo, aborda la vida de esclavizados en lugares donde la mayoría cree que no existieron o desaparecieron, como Cusco, Uruguay, Paraguay y, ahora, México. Otro aspecto es su prolija y paciente labor en archivos y bibliotecas; Tardieu ya nos tiene acostumbrados a un despliegue respetable de fuentes. Además, aquellos que ya conocemos de cerca su trabajo, sabemos que presenta un marco conceptual sin excesiva complejidad epistemológica, pero eficiente para abordar un problema histórico.
Sin embargo, dando una vuelta de tuerca a su propio trabajo, en este libro el concepto de resistencia es el punto de partida para reescribir varias biografías de africanos y afrodescendientes en México. Para el autor, la resistencia es el hecho de oponerse a una situación; aclara que puede ser activa (violenta) y pasiva, entendida esta como la adhesión a los esquemas sociales (p. 16). Ahora bien, llama la atención que, existiendo un intenso y amplio debate historiográfico en torno a la resistencia cotidiana, al pragmatismo y a la «resistencia pacífica», en el libro no se aprovechan ni se citan los trabajos más emblemáticos acerca de esta discusión, aunque resulta visible en el planteamiento del texto.
De acuerdo con el concepto eje de resistencia, el libro se divide en tres partes, la primera, titulada «Alienaciones», reconstruye la biografía de Juan Garrido y la de Estebanico, tal vez los africanos más conocidos del periodo de la Conquista. La segunda parte, llamada «Rechazos», analiza los motines de africanos en La Rinconada (Veracruz), el cimarronaje, la fundación del reino de Yanga, un caudillo proclamado héroe nacional en 1860 y la fundación del pueblo de San Lorenzo. Finalmente, la tercera parte, con el título de «Conjuraciones», analiza algunos acontecimientos que generaron pánico, como un alboroto en 1574, la coronación de un rey negro en 1608 y la conjuración de negros en 1612. Sin agotar el esquema epistemológico, el autor nos muestra estas tres posibilidades de resistencia de los africanos y sus descendientes. De esta manera, Tardieu evita una historia acontecimental, narrativa y rica en datos y anécdotas, pero pobre en reflexiones que nos permitan entender las experiencias individuales y colectivas de los africanos y los afrodescendientes en México y América.
De manera menos explícita, el libro también sugiere un método y una perspectiva para reconstruir las biografías de las personas esclavizadas, condenadas a veces al anonimato no solo por su condición legal, sino también por la mirada de los cronistas, oficiales, autoridades y otros sujetos que dominaron la escritura y generaron las fuentes que hoy en día trabajamos. Tardieu arranca la información a las fuentes más antiguas y, no solo eso, también cuestiona a los fotógrafos, pintores e historiadores de los siglos XIX y XX.
En el caso de las biografías de personas conocidas, a veces resulta temerario tratar de plantear un giro, encontrar algo nuevo, como en el caso de Juan Garrido, bastante conocido por haber sido esclavizado por Cortés y el primero en sembrar trigo en México. Dos historiadores ya habían realizado biografías de este personaje usando la documentación existente; sin embargo, Tardieu se anima a reconstruirla y empieza por el origen de su nombre, rastreando el significado de garrido para preguntarse si quizá a esta persona le dieron el apodo como gentilicio, reflejando su situación de esclavizado en el contexto de la Conquista. Gracias a diversas fuentes, en especial la probanza que presentó Garrido en 1538, nuestro autor da un giro de tuerca y lo reinterpreta como un hombre ambicioso, preocupado por labrarse un futuro, un «buscón negro en Indias» (p. 33). Sin embargo, Diego Rivera, al inmortalizar a Garrido en el mural La conquista de México del Palacio Nacional de México, lo hace aparecer semidesnudo, encorvado, casi simiesco, con labios enormes y facciones toscas; está sembrando trigo, fiel a la crónica de López de Gómara. Pero, como certeramente anota Tardieu, se trata de una descontextualización, pues otras fuentes analizadas por el autor revelan que Garrido obtuvo privilegios, fue compañero de armas de los conquistadores y obtuvo una propiedad agrícola. De miserable no tuvo mucho, en realidad, de allí que este personaje sea una buena entrada para discutir las prácticas de resistencia, alienación o pragmatismo. Lamentablemente, el autor no llega a ese punto: reconstruye las biografías de manera paciente, casi como un artesano, y las ordena de acuerdo con el concepto de resistencia y sus diversos grados (alienación, rechazo y conjuración); empero, no llega a establecer de manera explícita la conexión entre el concepto y la biografía. Deja esto a la imaginación de los lectores.
Las últimas páginas del libro de Tardieu tienen un sabor amargo. Para el autor, la supervivencia pasó por la «sumisión a los esquemas coloniales, contando la sociedad dominante con el tiempo para asimilar a los reacios, a las buenas o a las malas» (p. 278). Tardieu focaliza esto en que las autoridades no tomaron en cuenta los reclamos de Garrido, Estebanico fue enviado a una misión de la que no volvió y Yanga no aparece en la correspondencia oficial entre el virrey y el Consejo de Indias, como si hubiese la clara intención de invisibilizarlos. La portada, escalofriante, refuerza esta visión amarga: el fragmento del Codex Telleriano-Remensis nos muestra a un africano colgando de un madero con una cruz entre sus manos. Al parecer se trata de la derrota de africanos y afrodescendientes. Sin embargo, el libro nos devuelve las biografías de personas que se enfrentaron y/o vivieron bajo los marcos de la sociedad colonial, con sus nombres y apellidos, sus luchas, reclamos y pequeñas victorias. En ese sentido es valioso, porque esas biografías están vinculadas con la resistencia de los africanos y los afrodescendientes desde la violencia desatada en el motín de La Rinconada hasta el reclamo de honor y privilegios en la probanza de Juan Garrido.
Maribel Arrelucea Barrantes
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima