Reseña de libros

Apuntes 83 (2018). doi: https://doi.org/10.21678/apuntes.83.925

FRANK, Robert H., 2016, Success and Luck: Good Fortune and the Myth of Meritocracy, Princeton, Princeton University Press. 187 pp.

Como lo indica el título de este libro de apenas 187 páginas, el autor, conocido profesor de la Universidad de Cornell, cuestiona que el éxito personal esté asociado al mérito propio. En esencia, Frank considera que las personas exitosas subestiman el papel que jugó la suerte en su éxito. Debido a que la tecnología actual permite llegar a más mercados y más personas, los «ganadores» se «llevan todos» los frutos del éxito, lo que concentra las ganancias en menos personas y agrava la distribución del ingreso. Además, el consumo superfluo de los «ganadores» genera un efecto externo negativo cuando compiten con «los vecinos». Para el autor, la solución es establecer un impuesto al consumo que no solo desincentivaría el consumo superfluo, sino que proveería al Estado ingresos que podrían ser empleados para facilitar nuevas oportunidades de éxito a más personas.

El libro está compuesto de ocho capítulos. En el primero, el autor resalta su propia experiencia con eventos aleatorios y la manera en la que la fortuna afectó su vida y su trayectoria profesional. El segundo capítulo describe la manera en la que eventos triviales determinan el éxito personal. En el tercer capítulo, Frank argumenta que hoy en día, por razones tecnológicas, los ganadores se «llevan todos» los frutos del éxito, lo que afecta negativamente la distribución del ingreso. En el cuarto, resalta que las personas exitosas «casi siempre» han tenido buena suerte. El quinto capítulo cubre la persistencia de creencias equivocadas relacionadas a la suerte y el talento. En el sexto, el autor explora las consecuencias de tales creencias, en especial la propensión a no aceptar y pagar impuestos cuando las personas perciben erróneamente que su éxito se debe al mérito propio. El sétimo capítulo se refiere al consumo superfluo de las personas con el objeto de estar a la par con «los vecinos» y sus efectos externos negativos. El octavo y último capítulo presenta el impuesto progresivo al consumo como solución al supuesto problema que genera el consumo superfluo. Además de estos ocho capítulos, el autor incluye dos apéndices: el primero resume una simulación simple (¿simplista?) para «demostrar» que los ganadores ganan principalmente por tener buena fortuna; el segundo formula interrogantes comunes al aplicarse el impuesto al consumo.

Robert H. Frank parte de la idea de que el éxito depende de la suerte, pese a que admite que muchas personas meritorias también alcanzan el éxito. Sin embargo, no se define el concepto de «mérito», mientras que la «suerte» se equipara a una mera situación de incertidumbre. Mediante simulaciones –en las que las personas tienen talento o no y tienen suerte o no–, el autor supuestamente demuestra que el éxito personal se debe mayormente a la buena suerte. Para sustentar sus ideas, Frank presenta diversos ejemplos, incluyendo situaciones personales, como la suerte de llegar a ser profesor con titularidad o la de sobrevivir eventos catastróficos.

Sorprende que el autor no defina «mérito» pese a la extensa literatura sobre el tema en el área de los recursos humanos. Además, Frank considera a la suerte simplemente como un evento incierto que no interactúa con el comportamiento y el aprendizaje personal. A él no parecen interesarle las interacciones entre la suerte y el comportamiento, así como la duración del éxito derivado de la primera. La suerte es expresamente vista como una variable independiente. No se analiza la sucesión de eventos aleatorios en la vida de las personas ni la interacción entre suerte (o mala suerte) y las sucesivas decisiones de las personas; tampoco cómo cualquier «mala suerte» afecta la estrategia posterior de los talentosos. ¿Acaso no puede considerarse que también es parte del mérito que las personas sean capaces de recuperarse de cualquier «mala suerte»? Sorprende que el autor, estudioso de la economía del comportamiento, no haya considerado la manera en la que la suerte afecta el comportamiento de las personas a lo largo del tiempo.

Según Frank, los «ganadores» consideran erróneamente que su éxito es por mérito propio y no por suerte sin ofrecer evidencia sólida. Los ganadores, al subestimar el papel de la suerte en su éxito, no estarían dispuestos a compartir los beneficios de su éxito mediante, por ejemplo, el pago de impuestos. Más bien, el éxito se traduce en la competencia con «los vecinos» cuando todos tratan de consumir bienes materiales superfluos que no llevan a la felicidad sino meramente a simbolizar una posición en la sociedad, lo que deriva en un desperdicio social. Sin embargo, el autor, no explora la posibilidad de que un impuesto al consumo de bienes superfluos puede darse más a costa de los ahorros de los que tienen suerte que de una reducción en su consumo. Inclusive, se puede argumentar que un impuesto al consumo superfluo podría llevar a un «irracional» mayor consumo superfluo si los suertudos consideran que el mayor impuesto aumenta la exclusividad de los productos superfluos y si los «ganadores» ven a la exclusión como un atributo de los bienes que consumen. El autor tampoco explora la idea de que los suertudos pueden aumentar su consumo superfluo si consideran que pagar un impuesto al consumo los libera de cualquier cargo de conciencia.

Frank sostiene que la tecnología hoy en día conduce a que los ganadores se «lleven todo», pero no considera que cualquier resultado exitoso producto de la suerte también pueda durar menos. Adicionalmente, tampoco analiza la manera en la que la suerte de los ganadores es afectada por el grado de competencia que enfrentan las personas. Al autor del libro que aquí se comenta no parece interesarle cualquier favoritismo que puede darse cuando las personas «se juegan su suerte». ¿Qué tanto afecta la falta de competencia la correlación entre mérito y suerte? Más bien Frank desperdicia oportunidades para entrar al tema con mayor profundidad y se distrae con digresiones innecesarias –como una alabanza a colegas suyos que asumieron altos cargos públicos durante momentos difíciles o el relato de sus experiencias personales en las que la suerte resultó determinante–.

El autor supone que el Estado empleará los ingresos resultantes del impuesto al consumo para facilitar más oportunidades de éxito. Sin embargo, no presenta evidencia o argumentos para suponer que el Estado dará mejor uso al dinero que recaude por concepto de este impuesto. Más bien, ¿no es posible que más personas sin mérito sean favorecidas por cualquier favoritismo del Estado? Hubiera sido valioso que Frank cubra tanto la manera en la que la intervención del Estado modera la relación entre el mérito y el éxito como aquella en la que el impuesto puede afectar el grado de competencia y la motivación de las personas cuando desean alcanzar el éxito.

El mérito de Success and Luck: Good Fortune and the Myth of Meritocracy radica más en las interrogantes que se derivan de su lectura. No deja de ser irónico que Robert H. Frank aparentemente haya tenido suerte al publicar su libro bajo un título que sobreestima su contenido, más aún cuando él menciona que su intención original fue escribir sobre su vida y su experiencia con la suerte, aparte de sugerir la adopción de un impuesto al consumo.

Folke Kafka
Katz Graduate School of Business, University of Pittsburgh
fkafka@pitt.edu