La yerba mate como
cultivo poblador: desde la decadencia de los yerbales nativos al auge de los
yerbales implantados
LAURA
MABEL ZANG
Secretar�a
de Investigaci�n y Posgrado, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales � Universidad
Nacional de Misiones / Conicet
Resumen. Desde
las pol�ticas tendientes a lograr la preservaci�n de los yerbales nativos en la
segunda mitad del siglo XIX hasta la difusi�n de los yerbales implantados a
comienzos del siglo XX, el proceso colonizador de la actual provincia argentina
de Misiones estuvo estrechamente vinculado a la yerba mate. Despu�s de la
Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), el Estado nacional comenz� a tener
mayor conciencia sobre la ubicaci�n estrat�gica de Misiones y un mayor
conocimiento acerca de las riquezas en recursos naturales que pose�a; esta
situaci�n desemboc� en la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones en el
a�o 1881 y en la implementaci�n de pol�ticas estatales tendientes a poblar el
espacio a partir del arribo de inmigrantes europeos.
Palabras clave: territorio
nacional; federalizaci�n; inmigraci�n; yerba mate.
Yerba mate as a population crop: From the decline of native herbs to the rise of implanted herbs
Abstract. From the policies aimed at the preservation of native herbs in the second half of the nineteenth century to the dissemination of the grassroots implanted at the beginning of the twentieth century, the colonization process of the current Argentine province of Misiones was closely linked to yerba mate. After the War of the Triple Alliance (1865-1870), the national State began to have greater awareness about the strategic location of Missions and greater knowledge about the wealth of natural resources it possessed. This situation led to the creation of the National Territory of Missions in 1881 and the implementation of state policies tending to populate the space from the arrival of European immigrants.
Keywords: National territory; federalization;
immigration; yerba mate.
Introducci�n
En la segunda mitad del siglo XIX, el pa�s comenz� un
proceso de organizaci�n con vistas a perfilarse como naci�n. La inserci�n de
Argentina en el mercado mundial y su participaci�n dentro de la divisi�n
internacional del trabajo, la creaci�n de un aparato burocr�tico centralizado y
la sanci�n de la Constituci�n nacional, la delimitaci�n fronteriza con pa�ses
contiguos, el poblamiento del territorio con inmigrantes y la b�squeda de
homogeneidad cultural con la formaci�n de un pa�s compuesto por �blancos�
fueron componentes de dicho proceso. En este contexto, la libre circulaci�n de
r�os y la fijaci�n de l�mites internacionales en un escenario de grandes
cambios operados en la estructura econ�mica mundial cumplieron un rol
prioritario en la conformaci�n de un sentimiento nacional.
Durante este gran per�odo, el territorio de Misiones fue
un escenario de fuertes disputas tanto con los Estados fronterizos como con los
sectores dirigentes de provincias vecinas. Despu�s de la Guerra de la Triple
Alianza o Guerra del Paraguay (1865-1870) �que enfrent� a Argentina, Brasil y
Uruguay, contra Paraguay�, el pa�s comenz� a tener mayor conciencia sobre la
ubicaci�n estrat�gica del territorio misionero y un mayor conocimiento acerca
de la gran riqueza en recursos naturales. Esta situaci�n condujo
inexorablemente hacia la federalizaci�n de Misiones hacia 1881 �proceso que,
como veremos, no estuvo exento de conflictividad�, y la preocupaci�n del grupo
gobernante estuvo centrada entonces en impulsar el poblamiento del espacio a
partir del arribo de colonos europeos. La yerba mate fue un producto clave en
toda esta etapa, tanto en su explotaci�n en los centros obrajeros como a partir
de la difusi�n de los yerbales de cultivo.
Plantear un abordaje de tipo regionalista[1] �permite observar m�s acabadamente los contactos entre
los pa�ses, superando los l�mites y recuperando la idea de frontera como espacio
social de interacci�n� (Bandieri & Reichel, 2012, p. 16). Para Eric Van Young
(1987), el concepto de regi�n entra�a �la �espacializaci�n� de una relaci�n
econ�mica. Una definici�n funcional muy simple ser�a la de un espacio
geogr�fico con una frontera que lo delimita�; sin embargo, esta no
necesariamente es �impermeable y, por otro, no es necesariamente congruente con
las divisiones pol�ticas o administrativas m�s familiares y f�cilmente
identificables, o aun con los rasgos topogr�ficos�.
El trabajo est� organizado en dos apartados: el primero
de ellos contextualiza la situaci�n econ�mica, pol�tica, militar y sobre todo
fronteriza de Misiones durante el siglo XIX desde la ocupaci�n correntina hasta
la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones (1881) y las consecuencias
inmediatas de este proceso; el segundo analiza la ejecuci�n de pol�ticas
tendientes al poblamiento del espacio y la configuraci�n de la yerba mate como
cultivo colonizador.
1.�������� Corrientes en Misiones: desde la
ocupaci�n a la conformaci�n de latifundios
Con la suscripci�n del Acuerdo del Cuadril�tero por
las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Entre R�os y Santa Fe en 1822, se
reconoci� la autonom�a de Misiones y se fijaron �sus l�mites con Corrientes a lo largo del r�o
Miri�ay y su prolongaci�n hacia el norte hasta la Tranquera de Loreto (actual
Ituzaing�)� (Bressan, 2017, p. 76);
al mismo tiempo, el acuerdo reconoci� el derecho de Misiones de instaurar su
propio gobierno y estableci� la posibilidad de que, en casos de necesidad,
pidiera protecci�n a alguna de las provincias firmantes. De este modo, en 1822
la provincia de Santa Fe asumi� el resguardo de este territorio a pedido de las
autoridades misioneras; sin embargo, este �protectorado� santafecino nunca
fue efectivo pues los gobernantes de Entre R�os y Corrientes �no
reconoc�an la autonom�a pol�tica de Misiones, menos a�n su car�cter institucional
de Provincia� (Levington & Snihur, 2011, p. 83).
En este escenario, Corrientes
sigui� con la pol�tica de ocupaci�n de las tierras que anteriormente
pertenecieron a la Provincia Jesu�tica de Misiones; las incursiones de
paraguayos y brasile�os tambi�n fueron una constante. Ante esta situaci�n, en
1832, la Sala de Representantes de
Corrientes ejecut� un decreto que ya hab�a sido emitido en 1814 por el Director
Supremo Gervasio Antonio de Posadas[2]; a trav�s de este,
la provincia dispuso la
disoluci�n de Misiones como territorio aut�nomo y la inmediata incorporaci�n a
sus dependencias. Los nuevos l�mites definidos de este modo fueron, en el oeste
y en el norte, el r�o Paran�; al este, el r�o Uruguay; y al sur, �una l�nea imaginaria desde las nacientes del
Mocoret� hasta el arroyo Curuz� Cuati� hasta su desembocadura en el r�o
Miri�ay (Poenitz & Poenitz, 1998, p. 246).
En la segunda mitad
del siglo XIX, un hito muy importante en la historia de Misiones fue la Guerra
de la Triple Alianza. La ruptura de las
relaciones diplom�ticas y la declaraci�n de guerra entre los pa�ses
beligerantes propiciaron un cuestionamiento de la identidad de las provincias
m�s cercanas a Paraguay, que implic� una tensi�n entre los criterios de
nacionalidad sostenidos desde Buenos Aires y los de la proximidad espacial y
cultural a Paraguay. En este sentido, el conflicto b�lico no solo supuso el
enfrentamiento armado de los pa�ses contendientes, sino tambi�n una
confrontaci�n mucho m�s sutil que puede ser enmarcada en el plano de las ideas.
Las constantes incursiones de tropas por el
territorio de Misiones durante la Guerra de la Triple Alianza y la
consolidaci�n de un importante sector de comerciantes a ra�z del conflicto
b�lico permitieron la dinamizaci�n de dicho espacio y su valorizaci�n dado el
creciente conocimiento que se tuvo acerca de los recursos que este albergaba.
En esta situaci�n, y ante el temor de que las riquezas misioneras fueran
explotadas por los brasile�os, el Gobierno de Corrientes afianz� a�n m�s su
deseo de incorporar definitivamente a Misiones dentro de su provincia. De este
modo, con la finalizaci�n de la Guerra de la Triple Alianza en 1870, se impuls�
�una pol�tica de fundaci�n de pueblos combinada
con el desarrollo de proyectos de infraestructura para la comunicaci�n y el
transporte�; con ese objetivo, se construyeron nuevas l�neas f�rreas y se
incorpor� de manera m�s regular el transporte fluvial por el Alto Paran�
(Bressan, 2017, p. 76).
La necesidad de regularizar la situaci�n
jur�dica de Misiones, sin embargo, fue un tema candente entre el Gobierno
nacional y la provincia de Corrientes. En efecto, tras la sanci�n de la Ley de
Inmigraci�n y Colonizaci�n N.� 817 en 1876 �conocida como Ley Avellaneda�, se
reconoci� a Misiones como parte de los territorios disponibles dentro de la
naci�n para ser colonizados. Sobre la base del art�culo 13.� de la Constituci�n
Nacional, Corrientes consider� esta situaci�n como una violaci�n a un derecho
reconocido de manera constitucional; en efecto, en su Constituci�n de 1864, la
provincia de Corrientes ya hab�a incluido como propio el territorio de Misiones
y hab�a fijado sus l�mites de la siguiente manera:
a Sud, el R�os Guayquirar�, en su
desag�e al R�o Paran�; y el Arroyo Mocoret�, en el
desag�e al R�os Uruguay; al Este, el R�os Uruguay; al Norte, el R�o Paran�
hasta el Pepir� Guaz� y San Antonio Guaz�; y al Oeste, el mismo R�o Paran�, y
todas las dem�s tierras en cuya posesi�n se halla, sin perjuicio de lo que
resolviere el Congreso Nacional, en uso de la atribuci�n que le confiere el
art�culo. 6� inciso 14 de la Constituci�n de la Rep�blica. (Constituci�n de la
Provincia de Corrientes, 1864, art. 2.�).
En 1870 y 1877 fueron creados los
departamentos de Candelaria y San Javier, respectivamente; en ellos, el Gobierno
de Corrientes adopt� medidas tendientes a la preservaci�n de los yerbales
naturales, el trazado de caminos y el nombramiento de autoridades (Poenitz,
2013).
Mapa 1
Departamentos Candelaria y San Javier, creados en 1870 y 1877
Fuente:
Stefa�uk (1995, p. 190).
Pol�ticamente, la problem�tica de las tierras
nacionales puede ser considerada una de las facetas que tuvo el conflicto entre
el Estado nacional y las provincias aut�nomas, �disidencia centrada en sostener la dispersi�n
de la soberan�a en m�ltiples entidades independientes o su concentraci�n en un
gobierno centralizado y dotado de amplias facultades� (Ruffini, 2007, p. 30). As�, por ejemplo, la cuesti�n
de Misiones represent� una disputa a nivel nacional entre los partidos
autonomistas y nacionalistas, que fue pensada �como una estrategia para reforzar las
posiciones de unos y otros en la contienda electoral�, temerosos en ambos casos de a qui�n podr�a
beneficiar la resoluci�n de la situaci�n conflictiva (Bressan, 2017, pp.
80-81).
Si bien se plante� la federalizaci�n de
Misiones como una reacci�n del Gobierno central ante la postura de Corrientes[3] y su apoyo a la
rebeli�n encabezada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el
abogado Carlos Tejedor[4], esta integr� un �programa de largo plazo que buscaba extender
el control y la administraci�n del orden nacional a todos los territorios considerados
marginales�
(Bressan, 2017, p. 81).
Entre 1872 y 1881 fueron sancionadas las leyes
576, 947 y 1149 para la organizaci�n de las gobernaciones del Chaco, la
Patagonia y Misiones, respectivamente. En efecto, en el mensaje emitido por el
Presidente de la Naci�n, Julio Argentino Roca, en julio de 1881, este
enfatizaba la necesidad de incluir bajo la �gida del Estado nacional, a trav�s
de la federalizaci�n, seis territorios: �Territorio
del Pilcomayo, el Territorio del Bermejo, el Territorio del Gran Chaco, el
Territorio de las Misiones, el Territorio de Las Pampas y el Territorio de R�o
Negro�; entre ellos, suscit� atenci�n especial el caso de Misiones, puesto que
este, �bajo
la indebida apropiaci�n de Corrientes, se hab�a subsumido en el atraso y el
aislamiento�
(Mensaje de Roca en La Tribuna, 1881, citado por Bressan, 2017, pp. 81 y
85).
Durante esta etapa, conscientes de la
creciente importancia de la yerba mate como principal recurso con que contaba
Misiones, la administraci�n correntina decidi� preservar los yerbales naturales
presentes en el territorio, y con tal objeto sancion� el 20 de noviembre de
1876 el Reglamento para los Yerbales. Aunque este previ� la conservaci�n de dicho
recurso con la regulaci�n de podas por sectores, tambi�n estipul� la prohibici�n tanto de instalar viviendas
permanentes en los montes, como de hacer cultivos con el objetivo de �mantener bald�as las
tierras del fisco� (Bolsi, 1986, p. 45).
La difusi�n del proyecto de ley de creaci�n
del Territorio Nacional gener� una fuerte oposici�n del Gobierno de Corrientes
pues, de aprobarse, ello implicaba la p�rdida del usufructo de los recursos
misioneros. En
junio de 1881, y ante la inevitabilidad de
la federalizaci�n de Misiones, los dirigentes correntinos autorizaron una
r�pida venta de tierras en fracciones de 25 leguas cuadradas. Fueron �vendidos�
sobre las m�rgenes de los r�os Paran� y Uruguay casi dos tercios del territorio,
y entre los grandes propietarios sobresalieron el exgobernador de Corrientes,
Antonio B. Gallino, y Rudecindo Roca, hermano del entonces presidente del pa�s,
Julio A. Roca (Largu�a, 2006, pp. 106-108).
Ante esta situaci�n,
el entonces gobernador del Territorio Nacional, Juan Balestra, en su informe
sobre tierra p�blica y colonizaci�n elevado ante el Ministerio del Interior en
el a�o 1894, reconoc�a que:
El prop�sito que se confesaba descaradamente por el
gobierno de Corrientes era el de entregar a la naci�n tan s�lo la jurisdicci�n,
pero no la propiedad del territorio; y a tal extremo se lleg�, que en la misma
ley, por el art. 6� se destina el producto de la venta al pago de los auxilios
prestados y perjuicios ocasionados en 1878 por la defensa de las instituciones
de la provincia, la que en buen romance importaba un reparto de dinero o de
tierras, entre los amigos pol�ticos de 1881 [...]. (Balestra, 1894).
Ante la �temida� federalizaci�n,
el Gobierno de Corrientes decidi� la divisi�n del territorio en dos partes: el
sur hasta Corpus y San Javier (Bajas Misiones) fue �ofertado� y adquirido por
los mismos representantes del Gobierno correntino y dio lugar a la conformaci�n
de grandes latifundios. Las tierras al norte de Corpus y San Javier (Altas
Misiones) fueron ofrecidas para la creaci�n de colonias agr�colas, y se permiti�
incluso la explotaci�n de los yerbales nativos anteriormente protegidos por el
Reglamento de Yerbales de 1876 (Bartolom�, 1982). La legislatura correntina
autoriz�, pues, la enajenaci�n de las tierras pertenecientes a los
departamentos Candelaria y San Javier (que, como vemos en el mapa 2, inclu�a
a�n el territorio sometido m�s tarde al laudo Cleveland), bajo el argumento de
que la provincia ten�a cuentas pendientes con el Gobierno nacional[5].
El mensaje enviado por el
Gobierno nacional al Congreso en defensa de la creaci�n del Territorio Nacional
de Misiones evidenci� tambi�n la irregularidad del procedimiento de Corrientes
en la venta de tierras fiscales en Misiones (Berrondo Gui�azu, 1947). Al hacerse efectiva la federalizaci�n de Misiones
por Ley 1149 del 18 de diciembre de 1881, de esta manera, pr�cticamente dos
tercios de sus tierras ya hab�an sido acaparadas por pocas personas; �no se vendi� m�s, porque se crey� que no hab�a m�s
tierras; no hubo tiempo de mensurar, antes de llevar a cabo este despojo que se
hac�a al patrimonio nacional� (Barreyro, 1919, p. 9). Entre los compradores sobresalieron
personajes muy
vinculados a la pol�tica del pa�s y a los c�rculos pol�ticos de la provincia de
Corrientes: entre ellos, podemos mencionar a Rudecindo Roca �designado como
primer gobernador del Territorio Nacional, y hermano del entonces presidente
del pa�s, Julio Argentino Roca� con 265.180 hect�reas; y el gobernador de
Corrientes, Antonio B. Gallino �designado tras la destituci�n de Felipe Cabral,
perteneciente al partido liberal aliado a Carlos Tejedor�, con 191.990 hect�reas.
La inexactitud acerca de las proporciones reales de
Misiones[6]
llev� a que las tierras situadas en el centro del territorio (las diferencias
de extensi�n son expuestas en los mapas 2 y 3) no fueran vendidas, y que fueran
estos los focos principales de asentamiento de las colonias organizadas desde
el fisco. Las �ventas� fueron efectuadas en fracciones en 25 leguas cuadradas sin ninguna mensura previa, a
un precio que oscilaba entre $ 500 y $ 1.500[7]
por legua cuadrada (aproximadamente 2.500 hect�reas), pagados al contado o en
cuotas (Largu�a, 2006, pp. 105-106).
Mapa 2
Venta de tierras efectuada por
la provincia de Corrientes ante la federalizaci�n
Fuente: Eidt (1971, p. 74).
Para diciembre de
1881, por Ley 1149 emitida emitida por el Congreso de la Naci�n, �la Provincia de
Corrientes retiraba sus autoridades del territorio litigioso y adyacencias, y
el Gobierno Argentino nombraba Gobernador del mismo, al Coronel Don Rudecindo
Roca, el cual tom� posesi�n nacional de las Misiones en seguida, al frente del
batall�n 3� de infanter�a de l�nea� (Zeballos[8],
1894, p. 90).
La creaci�n del Territorio Nacional de Misiones supondr�a,
pues, que esa porci�n de territorio pasar�a a estar bajo dominio nacional, y de
ese modo se dar�a soluci�n al problema de
l�mites que se manten�a con la provincia de Corrientes. Poco despu�s, fue
sancionada la Ley 1532 del 16 de octubre
de 1884 para la organizaci�n de los Territorios Nacionales: esta dispon�a que
la designaci�n de los gobernadores de los recientemente creados Territorios
Nacionales del pa�s estar�a a cargo del Poder Ejecutivo nacional con acuerdo
del Senado, y que estos durar�an tres a�os en sus cargos, con posibilidad de
ser designados por otro per�odo igual.
Tras el paso de Misiones a jurisdicci�n del Estado
nacional, qued� pendiente a�n la cuesti�n lim�trofe con Brasil. Tras la Guerra
de la Triple Alianza, fueron en aumento las tensiones entre Brasil y Argentina
por una franja de 30.000 kil�metros cuadrados situados al noreste de Misiones.
En 1895[9],
el laudo Cleveland puso fin al litigio por esas tierras y traz� definitivamente
los l�mites entre Brasil y Misiones, lo que result� favorable a los intereses
brasile�os.
Mapa
3
Venta
de tierras con correcciones tras el laudo Cleveland
Fuente: Eidt (1971, p. 76).
2.�������� Los inicios del poblamiento de un
territorio �desierto�
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la formaci�n
asentamientos poblacionales estables se vio perjudicada por los reglamentos de
los a�os 1864 y 1876, que fueron los que dieron base legal a la explotaci�n
yerbatera. Seg�n el primero de ellos, las comitivas deb�an solicitar
autorizaci�n al receptor de San Javier para efectuar la poda, y la explotaci�n
de cada fracci�n se llevar�a a cabo cada cuatro a�os como medio de
preservaci�n. El reglamento de 1876 dividi� los yerbales en cuatro secciones, y
cada a�o en una de ellas se llevaban a cabo las tareas de poda �es decir,
continu� regulando la poda cada cuatro a�os, como la anterior legislaci�n�; sin
embargo, estipul� tambi�n la prohibici�n tanto de instalar viviendas
permanentes en los montes como de hacer cultivos con el objetivo de �mantener bald�as las
tierras del fisco� (Bolsi, 1986, p. 45).
Si bien durante los a�os de dominio
correntino se registraron varios intentos para la implementaci�n de una
pol�tica de poblamiento de Misiones, fue reci�n tras la federalizaci�n y
definitiva delimitaci�n del territorio misionero que esta comenz� a tomar forma.
Con la creaci�n del
Territorio Nacional de Misiones, el Estado nacional promovi� el poblamiento del
espacio a partir de la colonizaci�n con europeos[10].
Sin embargo, la conformaci�n de latifundios que sobrevino a la
federalizaci�n represent� un obst�culo en la
fundaci�n de colonias agr�colas y condicion� el inicio del proceso colonizador
(Hern�ndez, 1887, p. 147). En este sentido, el agrimensor Juan Queirel[11]
se�al� como mecanismo para llevar el progreso a Misiones la erradicaci�n de los
latifundios �que �le pesan y pesar�n por mucho tiempo, como el plomo� (Queirel, 1897, p. 365)� y la instalaci�n en dichas
tierras de colonos europeos �a quienes los grandes propietarios cedieran un 50%
de sus tierras� (Queirel, 1897, p. 45).
El Gobierno del
Territorio Nacional activ� una pol�tica tendiente a la colonizaci�n en aquellas
tierras que sobrevivieron al proceso de privatizaci�n de 1881 como consecuencia
del �desconocimiento� de la real extensi�n de Misiones (Barreyro, 1919, p. 9) (mapa 4). Estas se hallaban ubicadas en la zona de las sierras centrales y en el sur del
territorio y fue donde se establecieron posteriormente las colonias nacionales.
Al mismo tiempo, para el a�o 1894, debido a la
falta de mensuras en gran parte de las tierras vendidas, el Gobierno nacional
logr� dejar sin efecto algunas de las enajenaciones realizadas por Corrientes,
las cuales se convirtieron en los focos de
asentamiento de los primeros grupos de inmigrantes europeos que llegaron al
territorio misionero.
Como consecuencia de
este impulso colonizador estatal[12],
en 1883 Santa Ana y
Candelaria fueron mensuradas por Rafael Hern�ndez; sin embargo, la colonizaci�n oficial cobr� m�s fuerza con la
refundaci�n de antiguas colonias jesu�ticas, pues estas tierras no hab�an sido
consideradas para la venta en 1881. De este modo, Ap�stoles fue fundada en el
a�o 1897 y recibi� a inmigrantes polacos galitzianos[13]
a partir de las promociones realizadas por el entonces gobernador del
Territorio Nacional, Juan Jos� Lanusse. Como territorio fronterizo y
escasamente poblado �la poblaci�n total, que alcanzaba 33.163 habitantes seg�n
estimaciones del Censo de 1895, estaba compuesta por m�s de un 50 por ciento de
paraguayos y brasile�os�, con las migraciones de polacos se pretendi� �garantizar la
integridad territorial� de Misiones en el contexto regional (Porada, 2015,
p. 88).
Mapa 4
Ubicaci�n de las colonias fiscales en Misiones
Fuente: Eidt (1971, p.
188).
En el
resto del espacio misionero, la conformaci�n
de latifundios y la configuraci�n de lo que Roberto Ab�nzano (1985) design�
como frente extractivo retrasaron los inicios de la colonizaci�n. En este escenario, en la regi�n del Alto Paran� �situada
sobre las m�rgenes del r�o Paran�, desde el norte del territorio de Misiones
hasta Corpus�, el proceso colonizador surgi� despu�s de finalizada la Primera
Guerra Mundial de manos de compa��as conformadas con capitales privados[14].
Para 1919, dos fueron los principales proyectos colonizadores: el de Adolfo
Schwelm en Eldorado y el de la Compa��a Colonizadora Alto Paran� Culmey y C�a.,
dirigida por Carlos Culmey, en Puerto Rico y Montecarlo. El espacio donde estas
colonias se establecieron fue adquirido de los grandes propietarios
latifundistas una vez que el frente extractivo entr� en decadencia a comienzos
del siglo XX. Dentro del territorio misionero, estos fueron los principales
focos de asentamiento de inmigrantes alemanes, alemanes-brasile�os (Gallero,
2009) y, despu�s de 1936, suizos (Zang, 2017).
Para el desarrollo del plan colonizador y la explotaci�n
agr�cola del Territorio Nacional, el Gobierno nacional previ� el arribo y la
instalaci�n de inmigrantes provenientes de Europa, y rechaz� la perspectiva de
la colonizaci�n con habitantes de origen nacional. As� qued� estipulado ya en
1896 en las Memorias del gobernador Juan Jos� Lanusse, quien consider� �un
error lamentable� proyectar e impulsar el desarrollo agrario del Territorio
Nacional con inmigrantes provenientes de los pa�ses lim�trofes de Paraguay y
Brasil pues ello no impedir�a �la perpetuaci�n del atraso y de la rutina en que
languidece aqu� la agricultura� (Lanusse, 1898, p. 10). El siguiente esquema
muestra los grupos migratorios mayoritarios de Misiones para el a�o 1903:
Tabla
1
Colonizaci�n
extranjera en Misiones, 1903
Pa�s de origen��� ��������Familias��� Hect�reas cultivadas��� Promedio de ha por familia
Polonia ���������������������������810������������� 6.171��������������������������� �7,6
Brasil������������������������������ 502������������� 2.544���������������������������� 5,1
Paraguay������������������������� 116��������������� 458���������������������������� 3,9
Italia��������������������������������� 72���������������� 584������ ����������������������8,1
Rusia�������������������������������� 70���������������� 363���������������������������� 5,2
Alemania�������������������������� 59���������������� 322���������������������������� 5,4
Espa�a������������������������������ 38������ ����������240���������������������������� 6,3
Francia������������������������������ 30���������������� 195���������������������������� 6,5
Suecia������������������������������� 15������������������ 46����������������������������� 3,1
Oriente�������������� ����������������10������������������ 54����������������������������� 5,4
Suiza����������������������������������� 6������������������ 55����������������������������� 9,8
Arabia��������������������������������� 2�������������������� 6���������������������� �������3,2
Dinamarca�������������������������� 1��������������������� 3����������������������������� 3,0
Inglaterra���������������������������� 1��������������������� 2����������������������������� 2,0
Grecia��������������������������������� 1����������� ����������3����������������������������� 3,0
Norteam�rica ����������������������1��������������������� 5����������������������������� 5,0���������������������
Fuente: Eidt (1971, p. 93).
El objetivo
perseguido desde el Estado era el poblamiento de Misiones con inmigrantes
europeos y la consolidaci�n de productivos asentamientos poblacionales. Alfredo
Bolsi (1986, p. 60) se�ala que �al parecer otra de las particularidades de la acci�n
oficial estaba relacionada con aquellas normas, impl�citas desde luego, que
estimulaban la entrega de la propiedad de la tierra a la poblaci�n no criolla.
El esp�ritu de la �poca [...] contemplaba las ventajas de la tradici�n agr�cola
que incorporaba la colonizaci�n europea�.
Seg�n Bolsi, esta
pol�tica de distribuci�n selectiva de tierras reservadas a inmigrantes fue
agudiz�ndose al punto de que, para comienzos de la d�cada de 1920, m�s del 80
por ciento de los lotes fueron otorgadas a no criollos[15].
De esta manera, las colonias surgidas durante la d�cada de 1920 tuvieron el
principal aporte poblacional con inmigrantes de origen europeo y sus
descendientes.
Con la sobreexplotaci�n de los principales recursos de
Misiones �adem�s de la yerba mate nativa, era muy importante la extracci�n de
maderas de ley[16]�,
la preocupaci�n estuvo puesta en poner a producir las tierras, y la yerba mate cumpli�
un rol destacado en este sentido. De este modo, el proceso colonizador y el surgimiento de colonias
agr�colas en el recientemente creado Territorio Nacional no pueden ser entendidos
al margen del desarrollo de este producto. En efecto, durante la etapa del
frente extractivo, para facilitar las labores de cosecha de los yerbales
nativos de gran porte[17],
los �rboles fueron sometidos �a una tala desordenada en todo tiempo y lugar� y, de este modo, �fue desenvolvi�ndose
lenta pero inexorablemente el proceso de su destrucci�n� (Daumas, 1930, p.
6).
A finales del siglo
XIX, el deterioro de los yerbales era tal que lograr su reproducci�n se
convirti� en una preocupaci�n de las �lites gobernantes, y as� lo expres� el
presidente Julio Argentino Roca en una carta dirigida al suizo Julio Ulyses
Martin �seg�n el Dr. Mach�n (1926), �nadie contribuy� m�s que �l al
desarrollo de Misiones��, quien estaba en
Paraguay[18] enfrascado en recuperar la pr�ctica ya desarrollada
por los jesuitas para la obtenci�n de plantas por medio de la siembra: �Usted, se�or Martin, se propone hacer en el Paraguay lo
que nosotros necesitamos hacer aqu�. Hace mucho tiempo pienso en este asunto. [...]
si usted realmente comprende este problema, plante yerba mate en nuestro pa�s y
haga sus plantaciones en nuestras colonias en Misiones� (Martin y C�a. Limitada
Sociedad An�nima, 2004, p. 48).
Hacia 1902, Martin inici� las plantaciones de
yerbales a escala comercial en San Ignacio, Misiones, donde ten�a sus tierras.
Al frente de sus plantaciones �en gran escala� puso a Pablo Allain �ingeniero
agr�nomo suizo recibido en Montpellier y yerno del gobernador del Territorio
Nacional Juan Jos� Lanusse entre 1896 y 1905�, quien tambi�n efectu�
plantaciones en dicho lugar a pedido del establecimiento La Plantadora S. A.[19].
Hasta 1912 no se
registraron fuertes oposiciones de los yerbateros provenientes de Brasil �cuyo
producto era el principal competidor con el de origen nacional�, por la �falta de fe� en el progreso de
las plantaciones argentinas (Daumas, 1930). Sin embargo, para 1915, la
producci�n nacional comenz� a tener relevancia y es posible equipararla a la de
extracci�n de los �rboles naturales; a partir de ese momento, comenz� a ser una
preocupaci�n por la competencia que ello representar�a para el principal pa�s
exportador de yerba mate en la regi�n: Brasil. Sin embargo,
Poderosas razones de �ndole pol�tica y estrat�gica
incitan tambi�n al fomento de la plantaci�n argentina. Peque�o trozo lejano de
la patria, enclavado entre dos potencias extranjeras: Misiones, desprovisto de
r�pidos medios de comunicaci�n, exige ser poblado, y el medio m�s activo de
atraer la inmigraci�n es brind�ndole los recursos a los que aspira. El cultivo
m�s adecuado al clima del territorio y al suelo es, sin la menor duda, la yerba
mate. (Daumas, 1930, p. 6)
La paulatina sustituci�n de la yerba silvestre
por la obtenida a partir de los yerbales implantados no solo alter� las cifras
de procedencia del producto, sino que tambi�n inici� un proceso tendiente a
potenciar el poblamiento de las tierras misioneras con el asentamiento de
colonos para que realicen las plantaciones. De este modo, la pr�ctica de la
siembra y la posterior consolidaci�n de yerbales implantados se convirtieron en
un factor clave tanto en la instalaci�n de inmigrantes como en la orientaci�n
de sus actividades econ�micas y se le considera en este marco temporal como el
cultivo poblador por excelencia. De este modo, �era evidente� �se�alan Ladislao
Ziman y Alfonso Scherer� �que el futuro de
Misiones estaba no ya en los yerbales v�rgenes con se�ales de agotamiento, sino
en la yerba de cultivo� (1976, p. 32).
Hacia 1919, por
ejemplo, los yerbales cultivados estaban todav�a acaparados por cuatro o cinco
grandes firmas, entre las que pueden ser mencionadas el establecimiento �Santa
In�s� del espa�ol Pedro N��ez con 800 hect�reas en Posadas; el establecimiento �La
Mar�a Antonia� de la familia Herrera Vegas, la firma de Jules Ulyses Martin con
650 hect�reas y la �Plantadora de Yerba S. A.� de Pablo Allain con 577
hect�reas, todas ellas situadas en San Ignacio. Por su parte, los peque�os
productores de todo el Territorio Nacional sumaban en conjunto solamente 1.000
hect�reas (Largu�a, 2006, p. 131). Esta proporci�n se fue invirtiendo una vez
que cobr� mayor fuerza el proceso colonizador: en los lugares donde fueron
trazadas las colonias estatales �Bonpland, Corpus, Yerbal Viejo, San Jos�, San
Javier, Ap�stoles�, las explotaciones eran m�s peque�as; mientras que en los
departamentos de Santa Ana y, sobre todo, San Ignacio se hallaban las
explotaciones de mayor tama�o del Territorio Nacional.
La pol�tica de
concesi�n de tierras desde el Estado otorgaba a los inmigrantes que ven�an con
fines de ser agricultores importantes facilidades para consolidarse como
medianos propietarios �entre ellas, rebajas en los precios de las tierras y
posibilidad de pagarlas en cuotas�, aunque como requisito se les oblig� a
plantar un determinado porcentaje de sus chacras con yerba. De ese modo, a
partir de 1926, por decreto del presidente de la naci�n Marcelo T. Alvear, la
Direcci�n Nacional de Tierras estableci� �como condici�n para la adjudicaci�n de lotes en
Misiones la obligaci�n de residir en la explotaci�n e implantar entre un 25 y
50% de la superficie con yerbales� a partir de dos a�os de transcurrida la entrega del
t�tulo (Rau, 2012, pp. 79 y 64). Esta normativa, sin embargo, solo rigi� para
la colonizaci�n estatal del Territorio Nacional, no as� para la privada, aunque
ello no signific� que quienes no ten�an la obligaci�n no realizaran el cultivo
de yerba mate.
3.�������� Conclusiones
El proceso de colonizaci�n de Misiones no puede ser
entendido sin considerar a la yerba mate como cultivo poblador, tanto si partimos
de las pol�ticas tendientes a lograr la conservaci�n de los yerbales nativos en
la segunda mitad del siglo XIX, como de la difusi�n de los yerbales implantados
a comienzos del siglo XX. El control de la explotaci�n de este recurso ocasion�
fuertes disputas entre los Estados fronterizos y las provincias vecinas a
Misiones. En efecto, este espacio fronterizo fue durante la mayor parte del
siglo XIX un territorio de gran inestabilidad pol�tica y administrativa; las incursiones de Paraguay sobre el departamento de
Candelaria y la guerra contra el Imperio de Brasil entre 1825 y 1826 provocaron
su paulatino despoblamiento y la dispersi�n de sus habitantes. En este
contexto, despu�s de un breve y poco efectivo protectorado llevado a cabo por
la provincia de Santa Fe (1822), entre 1832 y 1880 Misiones fue disuelta de
hecho y de derecho al pasar a estar bajo la jurisdicci�n de Corrientes. Ante esta
situaci�n, el Gobierno de Corrientes dispuso la disoluci�n de Misiones como
territorio aut�nomo y la incorpor� a sus dependencias a partir de 1832.
Un quiebre en esta situaci�n fue generado a
partir de la Guerra de la Triple Alianza. En efecto, las constantes irrupciones
de tropas de distintos bandos por el territorio de Misiones y el
fortalecimiento de actividades mercantiles para la provisi�n de los ej�rcitos
permitieron un mayor conocimiento acerca de los recursos de que dispon�a este espacio.
Finalizado el conflicto, el inter�s del Gobierno nacional en Misiones fue en aumento
y desemboc� en la federalizaci�n del territorio en diciembre de 1881. Sin
embargo, la provincia de Corrientes �consciente de que con la creaci�n del Territorio
Nacional de Misiones perder�a el usufructo que efectuaba en las tierras
misioneras�, en junio de 1881 autoriz�
una r�pida venta de las tierras misioneras en grandes fracciones de 25 leguas
cuadradas, con lo que grandes �reas quedaron bajo el dominio de las familias
m�s ricas vinculadas a los c�rculos de poder correntino y nacional.
Con la creaci�n del Territorio Nacional surgieron, pues,
grandes latifundios que condicionaron la implementaci�n de una pol�tica de
poblamiento de Misiones; en efecto, los focos de asentamiento de los primeros
colonos europeos fueron, precisamente, las tierras que no fueron objeto de la
venta de 1881. Dos fueron las v�as principales para el poblamiento de Misiones:
la primera de ellas, a cargo del Estado a partir de la colonizaci�n oficial; y
la segunda, impulsada por compa��as privadas de colonizaci�n. Mientras que la
primera tuvo como epicentro el sur y centro del Territorio en los espacios que
no fueron vendidos por Corrientes, la segunda se concret� en el Alto Paran�
tras la decadencia del frente extractivo.
Al mismo tiempo, hacia finales del siglo XIX, la
sobreexplotaci�n de yerba mate nativa llev� al declive de su producci�n; en
este contexto, fue evidente la necesidad de lograr la recuperaci�n de la
pr�ctica perdida con la expulsi�n de los padres jesuitas, de la reproducci�n de
las plantas por medio de la siembra. En 1902, el inmigrante suizo Julio Ulyses
Martin junto con el ingeniero agr�nomo Pablo Allain lograron reproducir la
yerba mate por medio de la siembra; este hecho fue crucial tanto para la
historia de Misiones como para su poblamiento: por un lado, la materia prima
proveniente de los yerbales de cultivo fue paulatinamente sustituyendo en
importancia a la que proven�a del monte y, por otro lado, debido a la creciente
rentabilidad del cultivo yerbatero, este se convirti� en uno de los mayores
atractivos para los inmigrantes que quer�an radicarse en Misiones.
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[1] Cuando
hablamos de regi�n, lo hacemos �en principio [...] de un espacio que es
discriminado por los investigadores de acuerdo con su objetivo o inter�s, pero
que tambi�n ha sido construido por quienes habitan ese espacio� (Mi�o Grijalva,
2002, p. 871). �Existen entonces �dir�a Chiaramonte (2008, p. 27)� tantos sistemas
regionales como problemas dignos de ser estudiados�.
[2] Ocup� el cargo de Director
Supremo de las Provincias Unidas del R�o de la Plata del 31 de enero de 1814 al
9 de enero de 1815.
[3] Con la
derrota de Tejedor, los gobernantes correntinos fueron reemplazados desde
Buenos Aires por Antonio B. Gallino del partido autonomista, af�n al Gobierno
recientemente conformado por Julio Argentino Roca (Largu�a, 2006, p. 108).
[4]
En 1879, dos contendientes �Julio Argentino Roca y Carlos Tejedor� se
disputaban la sucesi�n de Nicol�s Avellaneda en la presidencia de la Naci�n,
cada uno con un proyecto pol�tico distinto. La federalizaci�n de Buenos Aires
�cuesti�n ya establecida en el art. 3.� de la Constituci�n de la Naci�n
Argentina sancionada en 1853 y retrasada hasta 1879�, marc� el camino hacia una
fuerte centralizaci�n de los poderes del Estado nacional centralizado,
menoscabando los poderes provinciales y modificando �significativamente las
pautas de relaci�n existentes y erosionando, en alguna medida, los principios
republicanos� (Ruffini, 2007, p. 30).
[5]
La deuda de la provincia estaba en bonos, y estos se encontraban en manos de
capitalistas que concentraron luego grandes propiedades de tierras del
territorio de Misiones, como, por ejemplo, Gregorio Lezama (Largu�a, 2006, pp.
104-105).
[6] Stefa�uk se�ala que esta situaci�n
puede ser atribuida al hecho de que, para la confecci�n de la cartograf�a de la
�poca, �se basaban en datos de los yerbateros y personas m�s o menos
conocedoras de la regi�n, que apreciaban a ojo las distancias� (Stefa�uk, 1995,
p. 98).
[7] Para
comienzos del siglo XX, en la pampa argentina una hect�rea de tierra era
vendida por entre $ 15,15 y $ 30, y los precios estaban en contante aumento
(Barsky & Gelman, 2009). Si consideramos estos datos, el precio de la venta
de tierras en Misiones fue muy bajo, m�s a�n si tomamos en cuenta que en ellas hab�a
una alta presencia de �rboles nativos de gran porte cuya venta dejaba
importantes ingresos. Por otro lado, en la regi�n pampeana, el precio de la
tierra fue en progresivo aumento, valor que
estuvo apoyado, por un lado, en el aumento de la demanda debido al incremento
de mano de obra extranjera y argentina, y, por otro lado, por la perspectiva
favorable que ofreci� el mercado internacional a los cereales y por la
modernizaci�n de los medios de transportes en la pampa (Gorostegui de Torres,
1998).
[8] Estanislao
Zeballos fue nombrado en 1889 ministro de Relaciones Exteriores por el
presidente Ju�rez Celman, cargo al que renunci� en 1890. Sobre la cuesti�n de
l�mites entre Brasil y Argentina, en 1894 public� Alegato de la Rep�blica
Argentina sobre la cuesti�n de l�mites con el Brasil en el territorio de
Misiones, sometida al presidente de los Estados Unidos de acuerdo con el
tratado de arbitraje de 7 de setiembre de 1889. Si bien no estuvo en el
cargo de ministro de Relaciones Exteriores y Culto en el momento del laudo
Cleveland, fue el principal art�fice del Tratado de Montevideo como forma de
finalizar el litigio.
[9] Cinco a�os antes de llegar a la
apelaci�n de un arbitraje internacional, se public� el Tratado de Montevideo
por el cual el territorio disputado era repartido en partes iguales por
Argentina y Brasil; este �ltimo, sin embargo, no reconoci� la nueva demarcaci�n
�denominada por los nombres de los negociantes �l�nea
Zeballos-Bocayuva� � debiendo en consecuencia solicitar la intervenci�n
de un �rbitro para poner fin al conflicto siendo designado para tal funci�n
Stephen Glover Cleveland, presidente de los Estados Unidos.
[10] En
efecto, desde �la perspectiva oficial� se manej� la idea de Misiones como un �espacio
vac�o� y un �mbito propicio para �malvivientes�, fugitivos de la ley, habitado
por indios �salvajes�, representaci�n que legitimaba la ocupaci�n por parte de
un �proyecto civilizador y modernizante� (Alcar�z, 2009, p. 22).
[11] Naci� en la provincia de Corrientes
en el a�o 1849 y muri� en ejercicio de sus trabajos de agrimensor en la regi�n
chaque�a en 1907. Fue corresponsal viajero del Instituto Geogr�fico Argentino y
miembro titular de la Societ� de Geographie de Par�s. Trabaj� en las mensuras
de las tierras de Misiones desde mediados de la d�cada de 1880 �en 1885 arrib�
para realizar los trabajos de demarcaci�n de la propiedad de Jos� Comas entre
los arroyos Piray Guaz� y Piray Min� hasta 1897 (Alcar�z, 2009, p. 160).
[12] Las
pol�ticas estatales no fueron uniformes en su preocupaci�n por el poblamiento
de ese espacio: �el territorio de Misiones se ha
poblado poco en comparaci�n con otras gobernaciones nacionales, desde su
federalizaci�n�, se�alaba en 1919 el gobernador
Barreyro en un informe presentado al Poder Ejecutivo nacional; este �franco
estancamiento demogr�fico� fue
atribuido por el funcionario �pura y
exclusivamente al condenable olvido en que lo han mantenido los poderes
p�blicos� (Barreyro, 1919, p. 8).
[13] La comunidad polaca en Argentina es
una de las m�s numerosas de toda Am�rica Latina. En Misiones, los campesinos
polacos �llegaban atra�dos por los beneficios que las autoridades otorgaban a
los colonos� (Porada 2015: 14) en un contexto de fuerte precarizaci�n de los
campos de sus comunidades de origen.
[14] La particularidad de esta
colonizaci�n seg�n Mar�a Cecilia Gallero (2008: 65) �estuvo dada en que los
colonizadores privados administraban las tierras que compraron y no gerenciaban
la tierra p�blica como establec�a la legislaci�n oficial�.
[15] La
situaci�n no tuvo grandes variantes durante las siguientes d�cadas del siglo XX,
y en ese sentido, seg�n los datos de una encuesta realizada a comienzos de la
d�cada de 1970, de 1.200 casos tomados, �el 71,3% de
los productores propietarios de Misiones son de origen o ascendencia �europea
o euro-americana��, mientras que el �92% de los
asalariados rurales [...] corresponden a la categor�a de �americano o argentino
indiferenciado�; es decir, seg�n V�ctor Rau (2012,
p. 72), hay una coincidencia entre las formas de inserci�n ocupacional y la
ascendencia �tnica que se perpetu� en el tiempo.
[16] Transmitido desde Brasil a Argentina
hacia mediados del siglo XIX, el concepto fue acu�ado por el emperador Pedro I
para reglamentar el corte de especies de �rboles muy valoradas como el cedro (Cedrea
fissilis), el incienso (Myrocarpus frondosus), el lapacho (Tabeduia
ipe) y el loro negro o petirib� (Cordia trichotoma) (Arenhardt,
2005).
[17] Seg�n Daumas (1930), los
yerbales naturales de Misiones superaban los 18 y 20 metros de altura.
[18] En Paraguay, tom� conocimiento de
los resultados favorables que obtuvo un inmigrante de origen alem�n �Federico
Neuman� con la siembra de yerba mate, pr�ctica que hasta ese entonces se hab�a
tenido por perdida tras la expulsi�n de los padres jesuitas en 1776. Seg�n
se�alara el Dr. Mach�n en un art�culo publicado en la Gazette de Lausanne
el domingo 13 de junio de 1926, el Sr. Neuman estaba convencido de que �el
fais�n de los bosques o �Jam� era el hu�sped intermediario indispensable en la
germinaci�n del grano de Ilex� (Mach�n, 1926).
[19] En 1910, se form� la Sociedad
An�nima �La Plantadora de Yerba Mate� mediante el impulso de Pablo Allain. En
los a�os siguientes, las tierras de esta empresa junto con las de Julio Ulyses
Martin fueron las plantaciones de yerba mate m�s grandes de San Ignacio.