La yerba mate como cultivo poblador: desde la decadencia de los yerbales nativos al auge de los yerbales implantados

 

LAURA MABEL ZANG

Secretar�a de Investigaci�n y Posgrado, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales � Universidad Nacional de Misiones / Conicet

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Resumen. Desde las pol�ticas tendientes a lograr la preservaci�n de los yerbales nativos en la segunda mitad del siglo XIX hasta la difusi�n de los yerbales implantados a comienzos del siglo XX, el proceso colonizador de la actual provincia argentina de Misiones estuvo estrechamente vinculado a la yerba mate. Despu�s de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), el Estado nacional comenz� a tener mayor conciencia sobre la ubicaci�n estrat�gica de Misiones y un mayor conocimiento acerca de las riquezas en recursos naturales que pose�a; esta situaci�n desemboc� en la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones en el a�o 1881 y en la implementaci�n de pol�ticas estatales tendientes a poblar el espacio a partir del arribo de inmigrantes europeos.

Palabras clave: territorio nacional; federalizaci�n; inmigraci�n; yerba mate.

 
Yerba mate as a population crop: From the decline of native herbs to the rise of implanted herbs
Abstract. From the policies aimed at the preservation of native herbs in the second half of the nineteenth century to the dissemination of the grassroots implanted at the beginning of the twentieth century, the colonization process of the current Argentine province of Misiones was closely linked to yerba mate. After the War of the Triple Alliance (1865-1870), the national State began to have greater awareness about the strategic location of Missions and greater knowledge about the wealth of natural resources it possessed. This situation led to the creation of the National Territory of Missions in 1881 and the implementation of state policies tending to populate the space from the arrival of European immigrants.

Keywords: National territory; federalization; immigration; yerba mate.

 

Introducci�n

En la segunda mitad del siglo XIX, el pa�s comenz� un proceso de organizaci�n con vistas a perfilarse como naci�n. La inserci�n de Argentina en el mercado mundial y su participaci�n dentro de la divisi�n internacional del trabajo, la creaci�n de un aparato burocr�tico centralizado y la sanci�n de la Constituci�n nacional, la delimitaci�n fronteriza con pa�ses contiguos, el poblamiento del territorio con inmigrantes y la b�squeda de homogeneidad cultural con la formaci�n de un pa�s compuesto por �blancos� fueron componentes de dicho proceso. En este contexto, la libre circulaci�n de r�os y la fijaci�n de l�mites internacionales en un escenario de grandes cambios operados en la estructura econ�mica mundial cumplieron un rol prioritario en la conformaci�n de un sentimiento nacional.

Durante este gran per�odo, el territorio de Misiones fue un escenario de fuertes disputas tanto con los Estados fronterizos como con los sectores dirigentes de provincias vecinas. Despu�s de la Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay (1865-1870) �que enfrent� a Argentina, Brasil y Uruguay, contra Paraguay�, el pa�s comenz� a tener mayor conciencia sobre la ubicaci�n estrat�gica del territorio misionero y un mayor conocimiento acerca de la gran riqueza en recursos naturales. Esta situaci�n condujo inexorablemente hacia la federalizaci�n de Misiones hacia 1881 �proceso que, como veremos, no estuvo exento de conflictividad�, y la preocupaci�n del grupo gobernante estuvo centrada entonces en impulsar el poblamiento del espacio a partir del arribo de colonos europeos. La yerba mate fue un producto clave en toda esta etapa, tanto en su explotaci�n en los centros obrajeros como a partir de la difusi�n de los yerbales de cultivo.

Plantear un abordaje de tipo regionalista[1] �permite observar m�s acabadamente los contactos entre los pa�ses, superando los l�mites y recuperando la idea de frontera como espacio social de interacci�n� (Bandieri & Reichel, 2012, p. 16). Para Eric Van Young (1987), el concepto de regi�n entra�a �la �espacializaci�n� de una relaci�n econ�mica. Una definici�n funcional muy simple ser�a la de un espacio geogr�fico con una frontera que lo delimita�; sin embargo, esta no necesariamente es �impermeable y, por otro, no es necesariamente congruente con las divisiones pol�ticas o administrativas m�s familiares y f�cilmente identificables, o aun con los rasgos topogr�ficos�.

El trabajo est� organizado en dos apartados: el primero de ellos contextualiza la situaci�n econ�mica, pol�tica, militar y sobre todo fronteriza de Misiones durante el siglo XIX desde la ocupaci�n correntina hasta la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones (1881) y las consecuencias inmediatas de este proceso; el segundo analiza la ejecuci�n de pol�ticas tendientes al poblamiento del espacio y la configuraci�n de la yerba mate como cultivo colonizador.

1.�������� Corrientes en Misiones: desde la ocupaci�n a la conformaci�n de latifundios

Con la suscripci�n del Acuerdo del Cuadril�tero por las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Entre R�os y Santa Fe en 1822, se reconoci� la autonom�a de Misiones y se fijaron sus l�mites con Corrientes a lo largo del r�o Miri�ay y su prolongaci�n hacia el norte hasta la Tranquera de Loreto (actual Ituzaing�) (Bressan, 2017, p. 76); al mismo tiempo, el acuerdo reconoci� el derecho de Misiones de instaurar su propio gobierno y estableci� la posibilidad de que, en casos de necesidad, pidiera protecci�n a alguna de las provincias firmantes. De este modo, en 1822 la provincia de Santa Fe asumi� el resguardo de este territorio a pedido de las autoridades misioneras; sin embargo, este protectorado santafecino nunca fue efectivo pues los gobernantes de Entre R�os y Corrientes �no reconoc�an la autonom�a pol�tica de Misiones, menos a�n su car�cter institucional de Provincia� (Levington & Snihur, 2011, p. 83).

En este escenario, Corrientes sigui� con la pol�tica de ocupaci�n de las tierras que anteriormente pertenecieron a la Provincia Jesu�tica de Misiones; las incursiones de paraguayos y brasile�os tambi�n fueron una constante. Ante esta situaci�n, en 1832, la Sala de Representantes de Corrientes ejecut� un decreto que ya hab�a sido emitido en 1814 por el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas[2]; a trav�s de este, la provincia dispuso la disoluci�n de Misiones como territorio aut�nomo y la inmediata incorporaci�n a sus dependencias. Los nuevos l�mites definidos de este modo fueron, en el oeste y en el norte, el r�o Paran�; al este, el r�o Uruguay; y al sur, una l�nea imaginaria desde las nacientes del Mocoret� hasta el arroyo Curuz� Cuati� hasta su desembocadura en el r�o Miri�ay (Poenitz & Poenitz, 1998, p. 246).

En la segunda mitad del siglo XIX, un hito muy importante en la historia de Misiones fue la Guerra de la Triple Alianza. La ruptura de las relaciones diplom�ticas y la declaraci�n de guerra entre los pa�ses beligerantes propiciaron un cuestionamiento de la identidad de las provincias m�s cercanas a Paraguay, que implic� una tensi�n entre los criterios de nacionalidad sostenidos desde Buenos Aires y los de la proximidad espacial y cultural a Paraguay. En este sentido, el conflicto b�lico no solo supuso el enfrentamiento armado de los pa�ses contendientes, sino tambi�n una confrontaci�n mucho m�s sutil que puede ser enmarcada en el plano de las ideas.

Las constantes incursiones de tropas por el territorio de Misiones durante la Guerra de la Triple Alianza y la consolidaci�n de un importante sector de comerciantes a ra�z del conflicto b�lico permitieron la dinamizaci�n de dicho espacio y su valorizaci�n dado el creciente conocimiento que se tuvo acerca de los recursos que este albergaba. En esta situaci�n, y ante el temor de que las riquezas misioneras fueran explotadas por los brasile�os, el Gobierno de Corrientes afianz� a�n m�s su deseo de incorporar definitivamente a Misiones dentro de su provincia. De este modo, con la finalizaci�n de la Guerra de la Triple Alianza en 1870, se impuls� una pol�tica de fundaci�n de pueblos combinada con el desarrollo de proyectos de infraestructura para la comunicaci�n y el transporte�; con ese objetivo, se construyeron nuevas l�neas f�rreas y se incorpor� de manera m�s regular el transporte fluvial por el Alto Paran� (Bressan, 2017, p. 76).

La necesidad de regularizar la situaci�n jur�dica de Misiones, sin embargo, fue un tema candente entre el Gobierno nacional y la provincia de Corrientes. En efecto, tras la sanci�n de la Ley de Inmigraci�n y Colonizaci�n N.� 817 en 1876 �conocida como Ley Avellaneda�, se reconoci� a Misiones como parte de los territorios disponibles dentro de la naci�n para ser colonizados. Sobre la base del art�culo 13.� de la Constituci�n Nacional, Corrientes consider� esta situaci�n como una violaci�n a un derecho reconocido de manera constitucional; en efecto, en su Constituci�n de 1864, la provincia de Corrientes ya hab�a incluido como propio el territorio de Misiones y hab�a fijado sus l�mites de la siguiente manera:

a Sud, el R�os Guayquirar�, en su desag�e al R�o Paran�; y el Arroyo Mocoret�, en el desag�e al R�os Uruguay; al Este, el R�os Uruguay; al Norte, el R�o Paran� hasta el Pepir� Guaz� y San Antonio Guaz�; y al Oeste, el mismo R�o Paran�, y todas las dem�s tierras en cuya posesi�n se halla, sin perjuicio de lo que resolviere el Congreso Nacional, en uso de la atribuci�n que le confiere el art�culo. 6� inciso 14 de la Constituci�n de la Rep�blica. (Constituci�n de la Provincia de Corrientes, 1864, art. 2.�).

En 1870 y 1877 fueron creados los departamentos de Candelaria y San Javier, respectivamente; en ellos, el Gobierno de Corrientes adopt� medidas tendientes a la preservaci�n de los yerbales naturales, el trazado de caminos y el nombramiento de autoridades (Poenitz, 2013).

Mapa 1

Departamentos Candelaria y San Javier, creados en 1870 y 1877

 

Fuente: Stefa�uk (1995, p. 190).

Pol�ticamente, la problem�tica de las tierras nacionales puede ser considerada una de las facetas que tuvo el conflicto entre el Estado nacional y las provincias aut�nomas, disidencia centrada en sostener la dispersi�n de la soberan�a en m�ltiples entidades independientes o su concentraci�n en un gobierno centralizado y dotado de amplias facultades (Ruffini, 2007, p. 30). As�, por ejemplo, la cuesti�n de Misiones represent� una disputa a nivel nacional entre los partidos autonomistas y nacionalistas, que fue pensada como una estrategia para reforzar las posiciones de unos y otros en la contienda electoral�, temerosos en ambos casos de a qui�n podr�a beneficiar la resoluci�n de la situaci�n conflictiva (Bressan, 2017, pp. 80-81).

Si bien se plante� la federalizaci�n de Misiones como una reacci�n del Gobierno central ante la postura de Corrientes[3] y su apoyo a la rebeli�n encabezada por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el abogado Carlos Tejedor[4], esta integr� un programa de largo plazo que buscaba extender el control y la administraci�n del orden nacional a todos los territorios considerados marginales (Bressan, 2017, p. 81).

Entre 1872 y 1881 fueron sancionadas las leyes 576, 947 y 1149 para la organizaci�n de las gobernaciones del Chaco, la Patagonia y Misiones, respectivamente. En efecto, en el mensaje emitido por el Presidente de la Naci�n, Julio Argentino Roca, en julio de 1881, este enfatizaba la necesidad de incluir bajo la �gida del Estado nacional, a trav�s de la federalizaci�n, seis territorios: Territorio del Pilcomayo, el Territorio del Bermejo, el Territorio del Gran Chaco, el Territorio de las Misiones, el Territorio de Las Pampas y el Territorio de R�o Negro�; entre ellos, suscit� atenci�n especial el caso de Misiones, puesto que este, bajo la indebida apropiaci�n de Corrientes, se hab�a subsumido en el atraso y el aislamiento (Mensaje de Roca en La Tribuna, 1881, citado por Bressan, 2017, pp. 81 y 85).

Durante esta etapa, conscientes de la creciente importancia de la yerba mate como principal recurso con que contaba Misiones, la administraci�n correntina decidi� preservar los yerbales naturales presentes en el territorio, y con tal objeto sancion� el 20 de noviembre de 1876 el Reglamento para los Yerbales. Aunque este previ� la conservaci�n de dicho recurso con la regulaci�n de podas por sectores, tambi�n estipul� la prohibici�n tanto de instalar viviendas permanentes en los montes, como de hacer cultivos con el objetivo de mantener bald�as las tierras del fisco (Bolsi, 1986, p. 45).

La difusi�n del proyecto de ley de creaci�n del Territorio Nacional gener� una fuerte oposici�n del Gobierno de Corrientes pues, de aprobarse, ello implicaba la p�rdida del usufructo de los recursos misioneros. En junio de 1881, y ante la inevitabilidad de la federalizaci�n de Misiones, los dirigentes correntinos autorizaron una r�pida venta de tierras en fracciones de 25 leguas cuadradas. Fueron �vendidos� sobre las m�rgenes de los r�os Paran� y Uruguay casi dos tercios del territorio, y entre los grandes propietarios sobresalieron el exgobernador de Corrientes, Antonio B. Gallino, y Rudecindo Roca, hermano del entonces presidente del pa�s, Julio A. Roca (Largu�a, 2006, pp. 106-108).

Ante esta situaci�n, el entonces gobernador del Territorio Nacional, Juan Balestra, en su informe sobre tierra p�blica y colonizaci�n elevado ante el Ministerio del Interior en el a�o 1894, reconoc�a que:

El prop�sito que se confesaba descaradamente por el gobierno de Corrientes era el de entregar a la naci�n tan s�lo la jurisdicci�n, pero no la propiedad del territorio; y a tal extremo se lleg�, que en la misma ley, por el art. 6� se destina el producto de la venta al pago de los auxilios prestados y perjuicios ocasionados en 1878 por la defensa de las instituciones de la provincia, la que en buen romance importaba un reparto de dinero o de tierras, entre los amigos pol�ticos de 1881 [...]. (Balestra, 1894).

Ante la �temida� federalizaci�n, el Gobierno de Corrientes decidi� la divisi�n del territorio en dos partes: el sur hasta Corpus y San Javier (Bajas Misiones) fue �ofertado� y adquirido por los mismos representantes del Gobierno correntino y dio lugar a la conformaci�n de grandes latifundios. Las tierras al norte de Corpus y San Javier (Altas Misiones) fueron ofrecidas para la creaci�n de colonias agr�colas, y se permiti� incluso la explotaci�n de los yerbales nativos anteriormente protegidos por el Reglamento de Yerbales de 1876 (Bartolom�, 1982). La legislatura correntina autoriz�, pues, la enajenaci�n de las tierras pertenecientes a los departamentos Candelaria y San Javier (que, como vemos en el mapa 2, inclu�a a�n el territorio sometido m�s tarde al laudo Cleveland), bajo el argumento de que la provincia ten�a cuentas pendientes con el Gobierno nacional[5].

El mensaje enviado por el Gobierno nacional al Congreso en defensa de la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones evidenci� tambi�n la irregularidad del procedimiento de Corrientes en la venta de tierras fiscales en Misiones (Berrondo Gui�azu, 1947). Al hacerse efectiva la federalizaci�n de Misiones por Ley 1149 del 18 de diciembre de 1881, de esta manera, pr�cticamente dos tercios de sus tierras ya hab�an sido acaparadas por pocas personas; �no se vendi� m�s, porque se crey� que no hab�a m�s tierras; no hubo tiempo de mensurar, antes de llevar a cabo este despojo que se hac�a al patrimonio nacional� (Barreyro, 1919, p. 9). Entre los compradores sobresalieron personajes muy vinculados a la pol�tica del pa�s y a los c�rculos pol�ticos de la provincia de Corrientes: entre ellos, podemos mencionar a Rudecindo Roca �designado como primer gobernador del Territorio Nacional, y hermano del entonces presidente del pa�s, Julio Argentino Roca� con 265.180 hect�reas; y el gobernador de Corrientes, Antonio B. Gallino �designado tras la destituci�n de Felipe Cabral, perteneciente al partido liberal aliado a Carlos Tejedor�, con 191.990 hect�reas.

La inexactitud acerca de las proporciones reales de Misiones[6] llev� a que las tierras situadas en el centro del territorio (las diferencias de extensi�n son expuestas en los mapas 2 y 3) no fueran vendidas, y que fueran estos los focos principales de asentamiento de las colonias organizadas desde el fisco. Las �ventas� fueron efectuadas en fracciones en 25 leguas cuadradas sin ninguna mensura previa, a un precio que oscilaba entre $ 500 y $ 1.500[7] por legua cuadrada (aproximadamente 2.500 hect�reas), pagados al contado o en cuotas (Largu�a, 2006, pp. 105-106).

Mapa 2

Venta de tierras efectuada por la provincia de Corrientes ante la federalizaci�n

Fuente: Eidt (1971, p. 74).

Para diciembre de 1881, por Ley 1149 emitida emitida por el Congreso de la Naci�n, la Provincia de Corrientes retiraba sus autoridades del territorio litigioso y adyacencias, y el Gobierno Argentino nombraba Gobernador del mismo, al Coronel Don Rudecindo Roca, el cual tom� posesi�n nacional de las Misiones en seguida, al frente del batall�n 3� de infanter�a de l�nea (Zeballos[8], 1894, p. 90).

La creaci�n del Territorio Nacional de Misiones supondr�a, pues, que esa porci�n de territorio pasar�a a estar bajo dominio nacional, y de ese modo se dar�a soluci�n al problema de l�mites que se manten�a con la provincia de Corrientes. Poco despu�s, fue sancionada la Ley 1532 del 16 de octubre de 1884 para la organizaci�n de los Territorios Nacionales: esta dispon�a que la designaci�n de los gobernadores de los recientemente creados Territorios Nacionales del pa�s estar�a a cargo del Poder Ejecutivo nacional con acuerdo del Senado, y que estos durar�an tres a�os en sus cargos, con posibilidad de ser designados por otro per�odo igual.

Tras el paso de Misiones a jurisdicci�n del Estado nacional, qued� pendiente a�n la cuesti�n lim�trofe con Brasil. Tras la Guerra de la Triple Alianza, fueron en aumento las tensiones entre Brasil y Argentina por una franja de 30.000 kil�metros cuadrados situados al noreste de Misiones. En 1895[9], el laudo Cleveland puso fin al litigio por esas tierras y traz� definitivamente los l�mites entre Brasil y Misiones, lo que result� favorable a los intereses brasile�os.


Mapa 3

Venta de tierras con correcciones tras el laudo Cleveland


Fuente: Eidt (1971, p. 76).

2.�������� Los inicios del poblamiento de un territorio �desierto�

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la formaci�n asentamientos poblacionales estables se vio perjudicada por los reglamentos de los a�os 1864 y 1876, que fueron los que dieron base legal a la explotaci�n yerbatera. Seg�n el primero de ellos, las comitivas deb�an solicitar autorizaci�n al receptor de San Javier para efectuar la poda, y la explotaci�n de cada fracci�n se llevar�a a cabo cada cuatro a�os como medio de preservaci�n. El reglamento de 1876 dividi� los yerbales en cuatro secciones, y cada a�o en una de ellas se llevaban a cabo las tareas de poda �es decir, continu� regulando la poda cada cuatro a�os, como la anterior legislaci�n�; sin embargo, estipul� tambi�n la prohibici�n tanto de instalar viviendas permanentes en los montes como de hacer cultivos con el objetivo de mantener bald�as las tierras del fisco (Bolsi, 1986, p. 45).

Si bien durante los a�os de dominio correntino se registraron varios intentos para la implementaci�n de una pol�tica de poblamiento de Misiones, fue reci�n tras la federalizaci�n y definitiva delimitaci�n del territorio misionero que esta comenz� a tomar forma. Con la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones, el Estado nacional promovi� el poblamiento del espacio a partir de la colonizaci�n con europeos[10]. Sin embargo, la conformaci�n de latifundios que sobrevino a la federalizaci�n represent� un obst�culo en la fundaci�n de colonias agr�colas y condicion� el inicio del proceso colonizador (Hern�ndez, 1887, p. 147). En este sentido, el agrimensor Juan Queirel[11] se�al� como mecanismo para llevar el progreso a Misiones la erradicaci�n de los latifundios �que le pesan y pesar�n por mucho tiempo, como el plomo (Queirel, 1897, p. 365)� y la instalaci�n en dichas tierras de colonos europeos a quienes los grandes propietarios cedieran un 50% de sus tierras (Queirel, 1897, p. 45).

El Gobierno del Territorio Nacional activ� una pol�tica tendiente a la colonizaci�n en aquellas tierras que sobrevivieron al proceso de privatizaci�n de 1881 como consecuencia del �desconocimiento� de la real extensi�n de Misiones (Barreyro, 1919, p. 9) (mapa 4). Estas se hallaban ubicadas en la zona de las sierras centrales y en el sur del territorio y fue donde se establecieron posteriormente las colonias nacionales. Al mismo tiempo, para el a�o 1894, debido a la falta de mensuras en gran parte de las tierras vendidas, el Gobierno nacional logr� dejar sin efecto algunas de las enajenaciones realizadas por Corrientes, las cuales se convirtieron en los focos de asentamiento de los primeros grupos de inmigrantes europeos que llegaron al territorio misionero.

Como consecuencia de este impulso colonizador estatal[12], en 1883 Santa Ana y Candelaria fueron mensuradas por Rafael Hern�ndez; sin embargo, la colonizaci�n oficial cobr� m�s fuerza con la refundaci�n de antiguas colonias jesu�ticas, pues estas tierras no hab�an sido consideradas para la venta en 1881. De este modo, Ap�stoles fue fundada en el a�o 1897 y recibi� a inmigrantes polacos galitzianos[13] a partir de las promociones realizadas por el entonces gobernador del Territorio Nacional, Juan Jos� Lanusse. Como territorio fronterizo y escasamente poblado �la poblaci�n total, que alcanzaba 33.163 habitantes seg�n estimaciones del Censo de 1895, estaba compuesta por m�s de un 50 por ciento de paraguayos y brasile�os�, con las migraciones de polacos se pretendi� garantizar la integridad territorial de Misiones en el contexto regional (Porada, 2015, p. 88).

Mapa 4

Ubicaci�n de las colonias fiscales en Misiones

 

Fuente: Eidt (1971, p. 188).

En el resto del espacio misionero, la conformaci�n de latifundios y la configuraci�n de lo que Roberto Ab�nzano (1985) design� como frente extractivo retrasaron los inicios de la colonizaci�n. En este escenario, en la regi�n del Alto Paran� �situada sobre las m�rgenes del r�o Paran�, desde el norte del territorio de Misiones hasta Corpus�, el proceso colonizador surgi� despu�s de finalizada la Primera Guerra Mundial de manos de compa��as conformadas con capitales privados[14]. Para 1919, dos fueron los principales proyectos colonizadores: el de Adolfo Schwelm en Eldorado y el de la Compa��a Colonizadora Alto Paran� Culmey y C�a., dirigida por Carlos Culmey, en Puerto Rico y Montecarlo. El espacio donde estas colonias se establecieron fue adquirido de los grandes propietarios latifundistas una vez que el frente extractivo entr� en decadencia a comienzos del siglo XX. Dentro del territorio misionero, estos fueron los principales focos de asentamiento de inmigrantes alemanes, alemanes-brasile�os (Gallero, 2009) y, despu�s de 1936, suizos (Zang, 2017).

Para el desarrollo del plan colonizador y la explotaci�n agr�cola del Territorio Nacional, el Gobierno nacional previ� el arribo y la instalaci�n de inmigrantes provenientes de Europa, y rechaz� la perspectiva de la colonizaci�n con habitantes de origen nacional. As� qued� estipulado ya en 1896 en las Memorias del gobernador Juan Jos� Lanusse, quien consider� �un error lamentable� proyectar e impulsar el desarrollo agrario del Territorio Nacional con inmigrantes provenientes de los pa�ses lim�trofes de Paraguay y Brasil pues ello no impedir�a �la perpetuaci�n del atraso y de la rutina en que languidece aqu� la agricultura� (Lanusse, 1898, p. 10). El siguiente esquema muestra los grupos migratorios mayoritarios de Misiones para el a�o 1903:


Tabla 1

Colonizaci�n extranjera en Misiones, 1903

Pa�s de origen��� �������Familias��� Hect�reas cultivadas��� Promedio de ha por familia

Polonia ���������������������������810������������� 6.171��������������������������� 7,6

Brasil������������������������������ 502������������� 2.544���������������������������� 5,1

Paraguay������������������������� 116��������������� 458���������������������������� 3,9

Italia��������������������������������� 72���������������� 584������ ����������������������8,1

Rusia�������������������������������� 70���������������� 363���������������������������� 5,2

Alemania�������������������������� 59���������������� 322���������������������������� 5,4

Espa�a������������������������������ 38������ ����������240���������������������������� 6,3

Francia������������������������������ 30���������������� 195���������������������������� 6,5

Suecia������������������������������� 15������������������ 46����������������������������� 3,1

Oriente�������������� ����������������10������������������ 54����������������������������� 5,4

Suiza����������������������������������� 6������������������ 55����������������������������� 9,8

Arabia��������������������������������� 2�������������������� 6���������������������� �������3,2

Dinamarca�������������������������� 1��������������������� 3����������������������������� 3,0

Inglaterra���������������������������� 1��������������������� 2����������������������������� 2,0

Grecia��������������������������������� 1����������� ����������3����������������������������� 3,0

Norteam�rica ����������������������1��������������������� 5����������������������������� 5,0���������������������

Fuente: Eidt (1971, p. 93).

El objetivo perseguido desde el Estado era el poblamiento de Misiones con inmigrantes europeos y la consolidaci�n de productivos asentamientos poblacionales. Alfredo Bolsi (1986, p. 60) se�ala que al parecer otra de las particularidades de la acci�n oficial estaba relacionada con aquellas normas, impl�citas desde luego, que estimulaban la entrega de la propiedad de la tierra a la poblaci�n no criolla. El esp�ritu de la �poca [...] contemplaba las ventajas de la tradici�n agr�cola que incorporaba la colonizaci�n europea.

Seg�n Bolsi, esta pol�tica de distribuci�n selectiva de tierras reservadas a inmigrantes fue agudiz�ndose al punto de que, para comienzos de la d�cada de 1920, m�s del 80 por ciento de los lotes fueron otorgadas a no criollos[15]. De esta manera, las colonias surgidas durante la d�cada de 1920 tuvieron el principal aporte poblacional con inmigrantes de origen europeo y sus descendientes.

Con la sobreexplotaci�n de los principales recursos de Misiones �adem�s de la yerba mate nativa, era muy importante la extracci�n de maderas de ley[16]�, la preocupaci�n estuvo puesta en poner a producir las tierras, y la yerba mate cumpli� un rol destacado en este sentido. De este modo, el proceso colonizador y el surgimiento de colonias agr�colas en el recientemente creado Territorio Nacional no pueden ser entendidos al margen del desarrollo de este producto. En efecto, durante la etapa del frente extractivo, para facilitar las labores de cosecha de los yerbales nativos de gran porte[17], los �rboles fueron sometidos a una tala desordenada en todo tiempo y lugar y, de este modo, fue desenvolvi�ndose lenta pero inexorablemente el proceso de su destrucci�n (Daumas, 1930, p. 6).

A finales del siglo XIX, el deterioro de los yerbales era tal que lograr su reproducci�n se convirti� en una preocupaci�n de las �lites gobernantes, y as� lo expres� el presidente Julio Argentino Roca en una carta dirigida al suizo Julio Ulyses Martin �seg�n el Dr. Mach�n (1926), nadie contribuy� m�s que �l al desarrollo de Misiones��, quien estaba en Paraguay[18] enfrascado en recuperar la pr�ctica ya desarrollada por los jesuitas para la obtenci�n de plantas por medio de la siembra: �Usted, se�or Martin, se propone hacer en el Paraguay lo que nosotros necesitamos hacer aqu�. Hace mucho tiempo pienso en este asunto. [...] si usted realmente comprende este problema, plante yerba mate en nuestro pa�s y haga sus plantaciones en nuestras colonias en Misiones� (Martin y C�a. Limitada Sociedad An�nima, 2004, p. 48).

Hacia 1902, Martin inici� las plantaciones de yerbales a escala comercial en San Ignacio, Misiones, donde ten�a sus tierras. Al frente de sus plantaciones �en gran escala� puso a Pablo Allain �ingeniero agr�nomo suizo recibido en Montpellier y yerno del gobernador del Territorio Nacional Juan Jos� Lanusse entre 1896 y 1905�, quien tambi�n efectu� plantaciones en dicho lugar a pedido del establecimiento La Plantadora S. A.[19].

Hasta 1912 no se registraron fuertes oposiciones de los yerbateros provenientes de Brasil �cuyo producto era el principal competidor con el de origen nacional�, por la falta de fe en el progreso de las plantaciones argentinas (Daumas, 1930). Sin embargo, para 1915, la producci�n nacional comenz� a tener relevancia y es posible equipararla a la de extracci�n de los �rboles naturales; a partir de ese momento, comenz� a ser una preocupaci�n por la competencia que ello representar�a para el principal pa�s exportador de yerba mate en la regi�n: Brasil. Sin embargo,

Poderosas razones de �ndole pol�tica y estrat�gica incitan tambi�n al fomento de la plantaci�n argentina. Peque�o trozo lejano de la patria, enclavado entre dos potencias extranjeras: Misiones, desprovisto de r�pidos medios de comunicaci�n, exige ser poblado, y el medio m�s activo de atraer la inmigraci�n es brind�ndole los recursos a los que aspira. El cultivo m�s adecuado al clima del territorio y al suelo es, sin la menor duda, la yerba mate. (Daumas, 1930, p. 6)

La paulatina sustituci�n de la yerba silvestre por la obtenida a partir de los yerbales implantados no solo alter� las cifras de procedencia del producto, sino que tambi�n inici� un proceso tendiente a potenciar el poblamiento de las tierras misioneras con el asentamiento de colonos para que realicen las plantaciones. De este modo, la pr�ctica de la siembra y la posterior consolidaci�n de yerbales implantados se convirtieron en un factor clave tanto en la instalaci�n de inmigrantes como en la orientaci�n de sus actividades econ�micas y se le considera en este marco temporal como el cultivo poblador por excelencia. De este modo, era evidente �se�alan Ladislao Ziman y Alfonso Scherer� que el futuro de Misiones estaba no ya en los yerbales v�rgenes con se�ales de agotamiento, sino en la yerba de cultivo (1976, p. 32).

Hacia 1919, por ejemplo, los yerbales cultivados estaban todav�a acaparados por cuatro o cinco grandes firmas, entre las que pueden ser mencionadas el establecimiento �Santa In�s� del espa�ol Pedro N��ez con 800 hect�reas en Posadas; el establecimiento �La Mar�a Antonia� de la familia Herrera Vegas, la firma de Jules Ulyses Martin con 650 hect�reas y la �Plantadora de Yerba S. A.� de Pablo Allain con 577 hect�reas, todas ellas situadas en San Ignacio. Por su parte, los peque�os productores de todo el Territorio Nacional sumaban en conjunto solamente 1.000 hect�reas (Largu�a, 2006, p. 131). Esta proporci�n se fue invirtiendo una vez que cobr� mayor fuerza el proceso colonizador: en los lugares donde fueron trazadas las colonias estatales �Bonpland, Corpus, Yerbal Viejo, San Jos�, San Javier, Ap�stoles�, las explotaciones eran m�s peque�as; mientras que en los departamentos de Santa Ana y, sobre todo, San Ignacio se hallaban las explotaciones de mayor tama�o del Territorio Nacional.

La pol�tica de concesi�n de tierras desde el Estado otorgaba a los inmigrantes que ven�an con fines de ser agricultores importantes facilidades para consolidarse como medianos propietarios �entre ellas, rebajas en los precios de las tierras y posibilidad de pagarlas en cuotas�, aunque como requisito se les oblig� a plantar un determinado porcentaje de sus chacras con yerba. De ese modo, a partir de 1926, por decreto del presidente de la naci�n Marcelo T. Alvear, la Direcci�n Nacional de Tierras estableci� como condici�n para la adjudicaci�n de lotes en Misiones la obligaci�n de residir en la explotaci�n e implantar entre un 25 y 50% de la superficie con yerbales a partir de dos a�os de transcurrida la entrega del t�tulo (Rau, 2012, pp. 79 y 64). Esta normativa, sin embargo, solo rigi� para la colonizaci�n estatal del Territorio Nacional, no as� para la privada, aunque ello no signific� que quienes no ten�an la obligaci�n no realizaran el cultivo de yerba mate.

3.�������� Conclusiones

El proceso de colonizaci�n de Misiones no puede ser entendido sin considerar a la yerba mate como cultivo poblador, tanto si partimos de las pol�ticas tendientes a lograr la conservaci�n de los yerbales nativos en la segunda mitad del siglo XIX, como de la difusi�n de los yerbales implantados a comienzos del siglo XX. El control de la explotaci�n de este recurso ocasion� fuertes disputas entre los Estados fronterizos y las provincias vecinas a Misiones. En efecto, este espacio fronterizo fue durante la mayor parte del siglo XIX un territorio de gran inestabilidad pol�tica y administrativa; las incursiones de Paraguay sobre el departamento de Candelaria y la guerra contra el Imperio de Brasil entre 1825 y 1826 provocaron su paulatino despoblamiento y la dispersi�n de sus habitantes. En este contexto, despu�s de un breve y poco efectivo protectorado llevado a cabo por la provincia de Santa Fe (1822), entre 1832 y 1880 Misiones fue disuelta de hecho y de derecho al pasar a estar bajo la jurisdicci�n de Corrientes. Ante esta situaci�n, el Gobierno de Corrientes dispuso la disoluci�n de Misiones como territorio aut�nomo y la incorpor� a sus dependencias a partir de 1832.

Un quiebre en esta situaci�n fue generado a partir de la Guerra de la Triple Alianza. En efecto, las constantes irrupciones de tropas de distintos bandos por el territorio de Misiones y el fortalecimiento de actividades mercantiles para la provisi�n de los ej�rcitos permitieron un mayor conocimiento acerca de los recursos de que dispon�a este espacio. Finalizado el conflicto, el inter�s del Gobierno nacional en Misiones fue en aumento y desemboc� en la federalizaci�n del territorio en diciembre de 1881. Sin embargo, la provincia de Corrientes �consciente de que con la creaci�n del Territorio Nacional de Misiones perder�a el usufructo que efectuaba en las tierras misioneras�, en junio de 1881 autoriz� una r�pida venta de las tierras misioneras en grandes fracciones de 25 leguas cuadradas, con lo que grandes �reas quedaron bajo el dominio de las familias m�s ricas vinculadas a los c�rculos de poder correntino y nacional.

Con la creaci�n del Territorio Nacional surgieron, pues, grandes latifundios que condicionaron la implementaci�n de una pol�tica de poblamiento de Misiones; en efecto, los focos de asentamiento de los primeros colonos europeos fueron, precisamente, las tierras que no fueron objeto de la venta de 1881. Dos fueron las v�as principales para el poblamiento de Misiones: la primera de ellas, a cargo del Estado a partir de la colonizaci�n oficial; y la segunda, impulsada por compa��as privadas de colonizaci�n. Mientras que la primera tuvo como epicentro el sur y centro del Territorio en los espacios que no fueron vendidos por Corrientes, la segunda se concret� en el Alto Paran� tras la decadencia del frente extractivo.

Al mismo tiempo, hacia finales del siglo XIX, la sobreexplotaci�n de yerba mate nativa llev� al declive de su producci�n; en este contexto, fue evidente la necesidad de lograr la recuperaci�n de la pr�ctica perdida con la expulsi�n de los padres jesuitas, de la reproducci�n de las plantas por medio de la siembra. En 1902, el inmigrante suizo Julio Ulyses Martin junto con el ingeniero agr�nomo Pablo Allain lograron reproducir la yerba mate por medio de la siembra; este hecho fue crucial tanto para la historia de Misiones como para su poblamiento: por un lado, la materia prima proveniente de los yerbales de cultivo fue paulatinamente sustituyendo en importancia a la que proven�a del monte y, por otro lado, debido a la creciente rentabilidad del cultivo yerbatero, este se convirti� en uno de los mayores atractivos para los inmigrantes que quer�an radicarse en Misiones.


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[1] Cuando hablamos de regi�n, lo hacemos �en principio [...] de un espacio que es discriminado por los investigadores de acuerdo con su objetivo o inter�s, pero que tambi�n ha sido construido por quienes habitan ese espacio� (Mi�o Grijalva, 2002, p. 871). �Existen entonces �dir�a Chiaramonte (2008, p. 27)� tantos sistemas regionales como problemas dignos de ser estudiados�.

[2] Ocup� el cargo de Director Supremo de las Provincias Unidas del R�o de la Plata del 31 de enero de 1814 al 9 de enero de 1815.

[3] Con la derrota de Tejedor, los gobernantes correntinos fueron reemplazados desde Buenos Aires por Antonio B. Gallino del partido autonomista, af�n al Gobierno recientemente conformado por Julio Argentino Roca (Largu�a, 2006, p. 108).

[4] En 1879, dos contendientes �Julio Argentino Roca y Carlos Tejedor� se disputaban la sucesi�n de Nicol�s Avellaneda en la presidencia de la Naci�n, cada uno con un proyecto pol�tico distinto. La federalizaci�n de Buenos Aires �cuesti�n ya establecida en el art. 3.� de la Constituci�n de la Naci�n Argentina sancionada en 1853 y retrasada hasta 1879�, marc� el camino hacia una fuerte centralizaci�n de los poderes del Estado nacional centralizado, menoscabando los poderes provinciales y modificando �significativamente las pautas de relaci�n existentes y erosionando, en alguna medida, los principios republicanos� (Ruffini, 2007, p. 30).

[5] La deuda de la provincia estaba en bonos, y estos se encontraban en manos de capitalistas que concentraron luego grandes propiedades de tierras del territorio de Misiones, como, por ejemplo, Gregorio Lezama (Largu�a, 2006, pp. 104-105).

[6] Stefa�uk se�ala que esta situaci�n puede ser atribuida al hecho de que, para la confecci�n de la cartograf�a de la �poca, �se basaban en datos de los yerbateros y personas m�s o menos conocedoras de la regi�n, que apreciaban a ojo las distancias� (Stefa�uk, 1995, p. 98).

[7] Para comienzos del siglo XX, en la pampa argentina una hect�rea de tierra era vendida por entre $ 15,15 y $ 30, y los precios estaban en contante aumento (Barsky & Gelman, 2009). Si consideramos estos datos, el precio de la venta de tierras en Misiones fue muy bajo, m�s a�n si tomamos en cuenta que en ellas hab�a una alta presencia de �rboles nativos de gran porte cuya venta dejaba importantes ingresos. Por otro lado, en la regi�n pampeana, el precio de la tierra fue en progresivo aumento, valor que estuvo apoyado, por un lado, en el aumento de la demanda debido al incremento de mano de obra extranjera y argentina, y, por otro lado, por la perspectiva favorable que ofreci� el mercado internacional a los cereales y por la modernizaci�n de los medios de transportes en la pampa (Gorostegui de Torres, 1998).

[8] Estanislao Zeballos fue nombrado en 1889 ministro de Relaciones Exteriores por el presidente Ju�rez Celman, cargo al que renunci� en 1890. Sobre la cuesti�n de l�mites entre Brasil y Argentina, en 1894 public� Alegato de la Rep�blica Argentina sobre la cuesti�n de l�mites con el Brasil en el territorio de Misiones, sometida al presidente de los Estados Unidos de acuerdo con el tratado de arbitraje de 7 de setiembre de 1889. Si bien no estuvo en el cargo de ministro de Relaciones Exteriores y Culto en el momento del laudo Cleveland, fue el principal art�fice del Tratado de Montevideo como forma de finalizar el litigio.

[9] Cinco a�os antes de llegar a la apelaci�n de un arbitraje internacional, se public� el Tratado de Montevideo por el cual el territorio disputado era repartido en partes iguales por Argentina y Brasil; este �ltimo, sin embargo, no reconoci� la nueva demarcaci�n �denominada por los nombres de los negociantes �l�nea Zeballos-Bocayuva� � debiendo en consecuencia solicitar la intervenci�n de un �rbitro para poner fin al conflicto siendo designado para tal funci�n Stephen Glover Cleveland, presidente de los Estados Unidos.

[10] En efecto, desde �la perspectiva oficial� se manej� la idea de Misiones como un �espacio vac�o� y un �mbito propicio para �malvivientes�, fugitivos de la ley, habitado por indios �salvajes�, representaci�n que legitimaba la ocupaci�n por parte de un �proyecto civilizador y modernizante� (Alcar�z, 2009, p. 22).

[11] Naci� en la provincia de Corrientes en el a�o 1849 y muri� en ejercicio de sus trabajos de agrimensor en la regi�n chaque�a en 1907. Fue corresponsal viajero del Instituto Geogr�fico Argentino y miembro titular de la Societ� de Geographie de Par�s. Trabaj� en las mensuras de las tierras de Misiones desde mediados de la d�cada de 1880 �en 1885 arrib� para realizar los trabajos de demarcaci�n de la propiedad de Jos� Comas entre los arroyos Piray Guaz� y Piray Min� hasta 1897 (Alcar�z, 2009, p. 160).

[12] Las pol�ticas estatales no fueron uniformes en su preocupaci�n por el poblamiento de ese espacio: el territorio de Misiones se ha poblado poco en comparaci�n con otras gobernaciones nacionales, desde su federalizaci�n, se�alaba en 1919 el gobernador Barreyro en un informe presentado al Poder Ejecutivo nacional; este franco estancamiento demogr�fico fue atribuido por el funcionario pura y exclusivamente al condenable olvido en que lo han mantenido los poderes p�blicos (Barreyro, 1919, p. 8).

[13] La comunidad polaca en Argentina es una de las m�s numerosas de toda Am�rica Latina. En Misiones, los campesinos polacos �llegaban atra�dos por los beneficios que las autoridades otorgaban a los colonos� (Porada 2015: 14) en un contexto de fuerte precarizaci�n de los campos de sus comunidades de origen.

[14] La particularidad de esta colonizaci�n seg�n Mar�a Cecilia Gallero (2008: 65) �estuvo dada en que los colonizadores privados administraban las tierras que compraron y no gerenciaban la tierra p�blica como establec�a la legislaci�n oficial�.

[15] La situaci�n no tuvo grandes variantes durante las siguientes d�cadas del siglo XX, y en ese sentido, seg�n los datos de una encuesta realizada a comienzos de la d�cada de 1970, de 1.200 casos tomados, el 71,3% de los productores propietarios de Misiones son de origen o ascendencia europea o euro-americana��, mientras que el 92% de los asalariados rurales [...] corresponden a la categor�a de �americano o argentino indiferenciado; es decir, seg�n V�ctor Rau (2012, p. 72), hay una coincidencia entre las formas de inserci�n ocupacional y la ascendencia �tnica que se perpetu� en el tiempo.

[16] Transmitido desde Brasil a Argentina hacia mediados del siglo XIX, el concepto fue acu�ado por el emperador Pedro I para reglamentar el corte de especies de �rboles muy valoradas como el cedro (Cedrea fissilis), el incienso (Myrocarpus frondosus), el lapacho (Tabeduia ipe) y el loro negro o petirib� (Cordia trichotoma) (Arenhardt, 2005).

[17] Seg�n Daumas (1930), los yerbales naturales de Misiones superaban los 18 y 20 metros de altura.

[18] En Paraguay, tom� conocimiento de los resultados favorables que obtuvo un inmigrante de origen alem�n �Federico Neuman� con la siembra de yerba mate, pr�ctica que hasta ese entonces se hab�a tenido por perdida tras la expulsi�n de los padres jesuitas en 1776. Seg�n se�alara el Dr. Mach�n en un art�culo publicado en la Gazette de Lausanne el domingo 13 de junio de 1926, el Sr. Neuman estaba convencido de que �el fais�n de los bosques o �Jam� era el hu�sped intermediario indispensable en la germinaci�n del grano de Ilex� (Mach�n, 1926).

[19] En 1910, se form� la Sociedad An�nima �La Plantadora de Yerba Mate� mediante el impulso de Pablo Allain. En los a�os siguientes, las tierras de esta empresa junto con las de Julio Ulyses Martin fueron las plantaciones de yerba mate m�s grandes de San Ignacio.